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domingo, 18 de diciembre de 2011

PRIMERAS EDICIONES DE EDUARDO LIZALDE

Nos acostumbramos a designar con nombres arbitrarios y cómodos muchos aspectos de la vida cotidiana. Un día, en busca de precisión, encontré una palabra que no había considerado antes para acompañar ciertos libros: valiosos, mejor que viejos, mucho mejor que usados.
                He encontrado en librerías de la ciudad de México libros viejos sin usar, con las hojas unidas por la falta del último corte de la guillotina refinadora, que fueron impresos hace ochenta años. Además, un libro ya leído no se desgasta, como cualquier otro objeto que desechamos como usado.
                La palabra viejo es una tontería cuando la aplicamos a los libros; una nueva impresión del Quijote no tolera un adjetivo como usado, y tampoco viejo, porque para quien va a leer esa obra por primera vez se trata de un libro viejo-nuevo. Para hacerle publicidad al Quijote afirmaré que es nuevo cada vez que alguien lo va a leer. Lo cual es exageración y falsedad que suena convincente.
                Así que ni viejo, ni usado. Creo que es entendible que se hable de ciertos libros con una palabra que enaltezca su importancia: valiosos, son valiosos. Sobre todo si están como nuevos.
                Para quienes no han leído el libro de cuentos La cámara, de Eduardo Lizalde (Unam, 1960), se trata de un libro nuevo o, más bien, valioso. ¡Ah, las primeras ediciones!
La edición estuvo al cuidado del autor y Augusto Monterroso, en la Dirección General de Publicaciones. Son doce cuentos, 145 páginas. Y el cuento “Pablo y el tigre” sirve de enlace con la obra poética posterior de Lizalde. El estado del libro es como si nadie lo hubiera leído aún. Un error es que en el índice dice “Pablo y el tigre” y en la página 79 dice “El tigre de Pablo”. Por lo cual nadie se va a enojar. Y menos si se entera que allí se relata una inundación. Y, con cursivas, se destaca parte de la frase de un célebre poema de José Gorostiza: “no es agua ni arena”. Pero la inundación no es en Tabasco, como sería el caso por ser el estado natal de Gorostiza, sino la ciudad de México, cuyas aguas nunca pudieron controlar los virreyes y en el presente los neovirreyes.
Otros libros de Lizalde, que han vivido juntos, son:
Cada cosa es Babel (Unam, 1966),
Imprenta Universitaria dirigida por Rubén Bonifaz Nuño; 65 páginas
El tigre en la casa (U. de Guanajuato, 1970)
Imprenta Madero, encuad. en tela; ilustración de sobrecubierta, sin nombre; 93 páginas
La zorra enferma (J. Mortiz, 1974)
Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1974; foto del autor en contraportada;
jurado: Óscar Oliva, Alí Chumacero, Antonio Acevedo Escobedo; 105 páginas
Caza mayor (Unam, 1979)
Dirección General de Publicaciones, Coordinación de Humanidades,
director: Huberto Batis; 62 páginas
Memoria del tigre (Editorial Katún, 1983); portada, Isabel Custodio;
diseño y formato, Rodolfo Espinosa C.
La editorial anotó en una de las solapas que se incluye una selección de poemas de la última época que componen el conjunto de dos o tres libros aún en proceso: “Al margen de un tratado”, “Dichterlieb/oleros” y otros, como el poema “Tercera Tenochtitlán”, editado en una plaqueta de muy corto tiraje por Editorial Katún.
Pregunté a un amigo, que va por todo el país instalando ferias del libro callejeras, en cuánto puedo vender este lote (como dicen en las subastas), y su respuesta está en el aire. ¿Quién da más?

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