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domingo, 15 de junio de 2014

ARTISTAS SIN RED PROTECTORA

Cuando en otros países o en otras ciudades los artistas, intelectuales, periodistas protestan y logran avances en las leyes creemos que un mundo mejor está cerca. Se crean institutos de protección para trabajadores, para niños, para la mujer. Aumentan las páginas de los códigos civiles y penales, aparecen reglamentos y pasan los años y sigue quedando mucho por hacer, como si no se pudiera diseñar el futuro, porque lo cómodo es ir detrás: ¿quién iba imaginar que existiría un invento como Internet? Y años después las leyes acerca de Internet en México no generan conocimiento sino intentos de restringir su uso.
Cuando los artistas alzan la voz porque no tienen seguridad social, porque nadie imagina que haya artistas jubilados, porque son maestros y están en un renglón que sí los reconoce como sujetos de derecho, porque la sociedad cree que todos los artistas son millonarios gracias a las ventas de sus obras…
¿Y qué pasa si cambiamos la palabra artista por la de poeta?
Hubo un tiempo en México que un poeta logró que un periódico le pagara por la publicación de sus obras, fue hace cien años y el que exigió remuneración se llamó José Juan Tablada. Y cien años después hay periódicos que no pagan por los textos que publican. Y no todos los conferencistas reciben honorarios. Y no son invitados a comer con los visitantes de fuera porque son gente del lugar que puede irse a su casa y regresar.
La palabra placer contribuye a esta situación. Como leer es un placer, los promotores de lectura aportan gratis su trabajo. Y no se piensa en subsidiar a los lectores, se les pide que ahorren para que compren libros, si tanto les gusta leer.
Úrsula Ramos Ramírez recibió una atención deficiente en la CLÍNICA SAN LUIS de la ciudad de Veracruz. Primero, el médico (que tiene nombre) la dejó en manos de las enfermeras (que tienen nombres). Y la lastimaron del brazo izquierdo buscándole una vena para trasfundirle sangre. La lastimaron tanto que a sus padecimientos por la edad hoy vive en un grito de dolor porque está perdiendo su brazo.
Hace años, un periodista de Notiver le atropelló un pie en la calle Canal, frente al Instituto Veracruzano de Cultura. Un accidente, como los que ocurren todos los días porque las licencias de manejar se las dan a todo mundo, porque la industria del automóvil es poderosa y las poblaciones crecen a su sombra. Y Úrsula Ramos Ramírez pasó meses encamada y después de mucho tiempo pudo volver a caminar. Desde entonces dejó de manejar y vendió su coche, para siempre.
Pero Úrsula Ramos Ramírez fue maestra en el Tecnológico de Veracruz y está jubilada, tiene atención médica del ISSSTE. Pero Úrsula Ramos Ramírez escribía notas de divulgación cultural para El Dictamen. Pero Úrsula Ramos Ramírez atendía un taller de literatura en el IVEC. Pero Úrsula Ramos es promotora de la música a través de la asociación civil Conciertos Líricos, ha sido maestra de piano y canto, y, sobre todo, es poeta: artista de la palabra.
Como persona, tiene derecho a que la Clínica San Luis responda por el daño que le causó. Como poeta, que quiere decir persona con una sensibilidad especial, diría extraordinaria, tiene derecho a ser tratada bien, como lo pediríamos para cualquier otro ser humano.
Desde aquí, por medio de las palabras que son instrumento de artistas y de sociedad, exhortamos a los legisladores para que haya protección para los artistas y resto de personas que trabajan (Úrsula Ramos Ramírez sigue escribiendo cotidianamente a sus casi noventa años de edad) y que no tienen su futuro asegurado, que dependen de sus familias. Y a un Ministerio Público que atienda este daño.

Jaime Velázquez, 14 de junio de 2014

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