Los datos biográficos de
Heriberto Jara Corona están en Internet, donde localicé un libro. Nació en
Nogales, Veracruz, en 1879 y murió en la ciudad de México en 1968. Fue diputado
al Congreso Constituyente (1916), gobernador de Tabasco, de Veracruz
(1924-1927) y del D. F. Fue Inspector General del Ejército en el gobierno de
Lázaro Cárdenas (1935). En 1939 fue presidente del Partido de la Revolución
Mexicana. En el gobierno de Manuel Ávila Camacho (1940-1946) fue el primer
Secretario de Marina. En los años cincuenta fue presidente del Comité Nacional
por la Paz y miembro del Consejo Mundial por la Paz.
Mónica
Mansur recogió en el libro de fotos y papeles de Efraín Huerta, Absoluto amor
(1984, página 110), una carta de Heriberto Jara, de 1965:
“Aunque
tarde, recibí por conducto de un buen amigo nuestro su “Fábula del Viejo León y
del Cordero”, en la que todos deducen de qué León y de qué Cachorro se trata.
Mucho
agradezco a usted su recuerdo y más en esa forma, que pone de manifiesto su afecto
a este “viejo león” —que ya se quedó sin colmillos, que felizmente no le hacen
falta porque nunca le ha agradado la ‘mordida’.
Marcho
sin deseos voraces aunque a usted le parezco yo un león, pasos cansados, pero
firmes, que quieren cortarme no sólo un cachorro sino otros falderillos; pero
más que por mi sordera, que hace que me lleguen débiles los ladridos, apenas si
me doy cuenta de su presencia por lo mucho que me cautiva esa radiante figura
que se llama ‘libertad humana’, y hacia ella voy como un soldado en el Gran
Ejército de Hombres que la aman y que luchan por ella.”
A lo que el poeta-periodista
contestó en el Diario de México:
“Usted se merece todo el respeto;
nada de un mínimo respeto. ¿Todo el respecto del mundo! En mi caso, al gran
respeto que le tengo y le manifiesto, agrego el cariño. Soy, pues, un cachorro
capaz de respetar a los viejos y magníficos leones, y soy también un cachorro
con capacidad de sentir cariño por mis mayores. Otros cachorros no suelen ser
como muchos de nosotros; antes bien, se portan a la altura de la tierra que
rastrean y se engolosinan con el éxito de un momento; se meten en un lío tras
otro, sin darse cuenta de los perjuicios que causan. ¿Inmadurez o
impertinencia. ¿Fogosidad tropical o simple y llano exhibicionismo! Quién sabe.
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