“Todo lo que soy proviene de Veracruz, hasta mi
misma inconstancia”
Agustín Lara
Miguel Salvador Rodríguez Azueta / FUNDACROVER.
A.C.
Hace
unos días hablé en la radio sobre los objetos perdidos en la historia de la
ciudad de Veracruz. Monumentos, edificios, fuentes, arte sacro y hasta las
llaves de la ciudad desaparecieron en el trascurso de los ya casi 500 años de
su fundación. Sin embargo, considero que hay algo más importante que estamos a
punto de perder: la identidad.
La identidad es una fuerza gravitacional que nos mantiene
unidos a un núcleo, a un origen, aunque los mismos átomos se vayan
transformando con el tiempo, el núcleo sigue siendo el mismo. Estoy convencido de que, para que esto no suceda,
primero debemos proceder a reconciliar nuestro pasado, esto es, aceptar y
reconocer que la conquista no fue hecha sólo por los españoles sino también por
un nutrido grupo de etnias hartas de un imperio abusivo, que la Guerra de Independencia fue
iniciada y concluida por españoles y con fines distintos a una democracia, que
la primera revuelta electoral de 1828 fue ocasionada por encumbrar a un
“elegido del pueblo”, lo que nos llevó al desmembramiento y al caos, que la Reforma
optó al final por conciliar, que el Porfiriato estabilizó al país y que la Revolución
no fue una, sino varias, que al final también optó por la institucionalización
de las inquietudes de los menos por los más.
Este proceso mental lo podemos poner en práctica con
mayor facilidad si buscamos un video de youtube llamado “La vida en 45 segundos”, y aprovechar para incluir las
aportaciones históricas de los veracruzanos a esta nación y al mundo. Una vez
que hagamos esta catarsis histórica, con facilidad aceptaríamos que los
veracruzanos tenemos mucho que ver en esos 45 segundos en la historia nacional,
desde los huastecos, totonacos, olmecas, la conquista, el Puerto del Reino, baluarte
de la resistencia española, insurgente, republicana, heroica, rebelde,
socialista, priista, panista y lo que le siga.
Una vez logrado lo anterior, pasaríamos a un proceso íntimo:
la reconciliación de nuestro pasado. Aceptaríamos que fuimos y somos varios
Veracruz, no sólo uno, y que incluso hoy ya no lo somos, pero que aún nos une
algo muy fuerte, un núcleo de identidad histórico, que necesita urgentemente atención,
que al reconciliar nuestro pasado nos reconozcamos no como víctimas, sino
responsables de ese pasado, para poder acceder a un futuro que no tenga que ver
con las decisiones de personajes ajenos a nuestra identidad.
Es cierto, el veracruzano del siglo XIX no es el mismo
que el del siglo XX, ni en su primera ni en su segunda mitad, fue cambiando, transformándose,
adaptándose y cambiando el entorno. Nuestro núcleo de identidad tuvo un
empuje artificial en los años 40 del
siglo pasado. Por necesidades políticas al jarocho se le identificó con una indumentaria
que no era la suya, atribuyéndole características típicas en su forma de hablar
e identificado por su indolencia, vulgaridad y fiesta perpetua.
Tan artificial fue, que al llegar el siglo XXI nos
percatamos que perdimos nuestra fiesta
popular, el Carnaval ya no es nuestro, ni el monopolio de las groserías y ni qué
decir del ambiente fiestero nocturno en el bulevar, el cual fue acorralado cuando
el culto a la muerte nos encerró en nuestras casas.
¡No!, definitivamente no somos los mismos, ni podemos
aspirar a serlo, porque Veracruz es tierra fértil para la diversidad cultural,
estoy seguro que cada 24 horas se integra una nueva expresión, sería ilusorio sentarnos
a añorar el fandango, el danzón, sin
reconocer que el reageton o la música
norteña ya tienen su preferencia. No creo que los recursos de dominación colonial
que señala Guillermo Bonfil Batalla se estén aplicando por algún grupo
conspiratorio -estigma, violencia y la negación- para desaparecer nuestra
identidad.
No
le echemos la culpa a ninguna autoridad, somos nosotros, la sociedad, padres de
familia y ciudadanos, los empresarios, los intelectuales que hemos dejado pasar
el tiempo, los verdaderos responsables, de estar aniquilando la veracruzanidad.
Dejemos que los viejos políticos sigan con su misma
fórmula, cada vez más alejados de la realidad, al fin y al cabo ellos se toparán
con la sorpresa que la sociedad tampoco es la misma, por lo que respecta a
nosotros. Es imperativo que nos “caiga el veinte”, esto es, darnos cuenta que debemos fomentar la identidad
como veracruzanos mediante acciones educativas en nuestra empresa o comunidad,
es lo que nos debe importar, me explico, estoy seguro que a cualquier empresario
veracruzano le conviene que sus empleados estén identificados con su ciudad,
con su historia, reconciliados con su pasado, lo que les permite mejorar su
rendimiento, productividad y arraigo a la empresa, por sólo mencionar el caso
de los empresarios.
La
ciudad sigue en expansión, sus átomos alejados del núcleo -Centro Histórico- están
en riego de perder en corto tiempo la fuerza de atracción que los mantiene unidos.
Estamos a tiempo, los invito a que nos reconciliemos con nuestro
pasado. Yo invito a los actores sociales comprometidos con nuestra ciudad a que
lo hagamos. Primero, aceptemos nuestros errores; segundo, reconozcamos que hemos
sido muchos Veracruz, hoy mismo lo somos. Una vez que nos “caiga el veinte”
podremos elegir entre perderlo todo o acertar a consolidar una identidad, que
nos permita llegar unidos a conmemorar los 100 años de nuestra cuarta gesta
heroica, y en el año 2019 nuestro gran evento de identificación, nuestra última
oportunidad de mantenernos unidos, como nación jarocha.
azueta@hotmail.com