Premio Internacional de Poesía Rubén Darío 2011
1° de Octubre - 15 de Noviembre / Managua
Instituto Nicaragüense de Cultura
95 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL POETA
http://institutonicaraguensedecultura/
17a. Feria del Libro Pacífico
Encuentro de Culturas y Regiones
CHINA, país invitado
14 - 24 de Octubre de 2011 / Santiago de Cali
http://ferialibropacifico.univalle.edu.co/
Premio Planeta
El imperio eres tú, de Javier Moro
Novela sobre el emperador brasileño Pedro I
Poema de Jesús Garrido
Demi More Goes
http://ego-rejego.blogspot.com/
Antonio del Toro
Estuvo en el Festival Revueltas de Durango, donde coordinó un Taller de Lectura
de Poesía en el Museo de Arte Moderno.
9° Festival Internacional de Cine Judío en México
Informes: Instituto Cultural México-Israel
Av. Horacio 1722, Polanco, D.F.
info@ficj.org
Encuentro Nacional de Escritores Tonalá 2011
5 - 8 Octubre, Jalisco
Teoría y Academia
Hubo conferencias magistrales de Raúl Bañuelos, Eduardo Langagne y Eduardo Antonio
Parra.
También hubo charlas formativas sobre poesía, teatro, narrativa, ensayo, crítica y análisis dirigidas por Carmen Villoro, Cecilia Eudave, Dante Medina, Luis Vicente de Aguinaga,
León Plascencia Ñol y Teófilo Guerrero.
Talleres coordinados por Karla Sandomingo, Neri Tello, Ángel Ortuño, Miguel Manríquez.
Y lecturas de escritores jóvenes.
Vistas de página en total
domingo, 16 de octubre de 2011
VINDICACIÓN...
Tercera parte. Final*
En las "Calaveras" se explota el morbo y se ensalza el vicio, hay un solaz en lo escatológico y además, de nuevo como en las fiestas carnestolendas, se construye un escenario barroco que se integra a cada página: aquí se invita a participar a las figuras emblemáticas mortuorias o a criaturas fantásticas de todas las tradiciones culturales. Por eso en las "Calaveras", junto a los personajes reales, vemos a una monstruosa fauna que los acompa ña, un bestiario bizarro que reúne en un mismo tiempo y espacio a centauros y chaneques, a esqueletos y vampiros, a brujas y quimeras, a nahuales y espectros góticos, a dioses y demonios de todas partes del orbe, quienes ejecutan una danza que semeja el Juicio Final en cuanto a que están todos reunidos, aunque el tiempo y la distancia los hayan separado.
Un imposible e incoherente panteón rococó desfasado por completo, una visión pesadillesca de tintes multicolores, un calidoscopio insano forjado a través de los milenios.
La relación entre gobernantes y gobernados se relaja y destensa a través de las páginas de las "Calaveras". En un proceso de sublimación e impostura, el lector se ríe del poderoso y, junto con el autor, le dice, de manera franca y graciosa, sus defectos, aún aquellos que quizás no posee pero que, en el contexto del festejo, le serían apropiados. El poderoso permite este teatro de sombras, de lámparas chinescas, porque sirve como catalizador de muchas emociones que, de no existir la risa, se dirimirían por la fuerza de las armas. Pero la risa no es menos inocua y en ocasiones la mordacidad hiere más que el acero.
El autor de los epigramas debe ser un personaje informado de la realidad actual y, además, poseer el valor de la legitimidad que otorga el intento de ser justo: esto es, que todos deben ser tratados por igual. Tirios y troyanos deben "morir" a través de su pluma, aunque algunos mueran, como Aquiles y Héctor, de forma gloriosa, y otros, como Paris o Agamenón, consigan muertes indignas. De esta manera, el escritor es, como en otras ocasiones, un instrumento social, una extensión de los deseos, aspiraciones, frustraciones y complejos de esa masa que desea insultar o ensalzar, aunque sea simbólicamente, a aquellos a quienes envidia, detesta y admira. El epigramista es un termómetro social y por eso las "Calaveras" también revisten un valor sociológico: en ellas se dice, entre broma y broma, lo que la gente piensa de una situación o de un personaje determinado. Aquí, la plebe llama ladrón al que presume de rectitud, lujurioso al que ensalza su abstinencia, derrochador al que se asume modesto. Es, de cierta forma, un linchamiento que se organiza entre risas, y en el que la víctima acepta su sacrificio en ese altar laico que es la burla permitida. porque todos, incluso esa bulliciosa masa anónima, son, somos, corderos del sacrificio.
Son una obra extensa e interminable formada por miles de epigramas que, pese a todo, caduca en poco tiempo, pues responde a la coyuntura, a un momento histórico y social irrepetible. Pero eso no impide que el ejercicio de libertad que implica seduzca cada año. Ninguna circunstancia impide la licencia anual que salta las barreras de la amistad o la enemistad, del respeto o la tolerancia, de la alianza o el enfrentamiento, del amor o el desamor, y que da por resultado que nos sentemos a la misma mesa en este inmenso funeral colectivo, donde todos asistimos como dolientes o enterradores, como difuntos o sacerdotes, como curiosos o malquerientes. Este inmenso camposanto, esta interminable procesión de filias y fobias, tienen su momento cumbre cuando consigue provocar una sonrisa o una franca carcajada en el lector que se asome a esos epigramas.
La publicación de "Calaveras" en los periódicos es una tradición que se ha ido perdiendo de manera paulatina. En México, son pocos los medios que editan una edición especial cada año para albergar en sus páginas este tipo de materiales. Ver aparecer de nuevo una Edición Especial de Calaveras es motivo de celebración y festejo ante la resistencia contra el embate de una modernidad malentendida.
cmcorp00@gmail.com
*Las dos partes anteriores están abajo, publicadas en los días anteriores. El nombre del autor se incluyó en la
primera parte.
En las "Calaveras" se explota el morbo y se ensalza el vicio, hay un solaz en lo escatológico y además, de nuevo como en las fiestas carnestolendas, se construye un escenario barroco que se integra a cada página: aquí se invita a participar a las figuras emblemáticas mortuorias o a criaturas fantásticas de todas las tradiciones culturales. Por eso en las "Calaveras", junto a los personajes reales, vemos a una monstruosa fauna que los acompa ña, un bestiario bizarro que reúne en un mismo tiempo y espacio a centauros y chaneques, a esqueletos y vampiros, a brujas y quimeras, a nahuales y espectros góticos, a dioses y demonios de todas partes del orbe, quienes ejecutan una danza que semeja el Juicio Final en cuanto a que están todos reunidos, aunque el tiempo y la distancia los hayan separado.
Un imposible e incoherente panteón rococó desfasado por completo, una visión pesadillesca de tintes multicolores, un calidoscopio insano forjado a través de los milenios.
La relación entre gobernantes y gobernados se relaja y destensa a través de las páginas de las "Calaveras". En un proceso de sublimación e impostura, el lector se ríe del poderoso y, junto con el autor, le dice, de manera franca y graciosa, sus defectos, aún aquellos que quizás no posee pero que, en el contexto del festejo, le serían apropiados. El poderoso permite este teatro de sombras, de lámparas chinescas, porque sirve como catalizador de muchas emociones que, de no existir la risa, se dirimirían por la fuerza de las armas. Pero la risa no es menos inocua y en ocasiones la mordacidad hiere más que el acero.
El autor de los epigramas debe ser un personaje informado de la realidad actual y, además, poseer el valor de la legitimidad que otorga el intento de ser justo: esto es, que todos deben ser tratados por igual. Tirios y troyanos deben "morir" a través de su pluma, aunque algunos mueran, como Aquiles y Héctor, de forma gloriosa, y otros, como Paris o Agamenón, consigan muertes indignas. De esta manera, el escritor es, como en otras ocasiones, un instrumento social, una extensión de los deseos, aspiraciones, frustraciones y complejos de esa masa que desea insultar o ensalzar, aunque sea simbólicamente, a aquellos a quienes envidia, detesta y admira. El epigramista es un termómetro social y por eso las "Calaveras" también revisten un valor sociológico: en ellas se dice, entre broma y broma, lo que la gente piensa de una situación o de un personaje determinado. Aquí, la plebe llama ladrón al que presume de rectitud, lujurioso al que ensalza su abstinencia, derrochador al que se asume modesto. Es, de cierta forma, un linchamiento que se organiza entre risas, y en el que la víctima acepta su sacrificio en ese altar laico que es la burla permitida. porque todos, incluso esa bulliciosa masa anónima, son, somos, corderos del sacrificio.
Son una obra extensa e interminable formada por miles de epigramas que, pese a todo, caduca en poco tiempo, pues responde a la coyuntura, a un momento histórico y social irrepetible. Pero eso no impide que el ejercicio de libertad que implica seduzca cada año. Ninguna circunstancia impide la licencia anual que salta las barreras de la amistad o la enemistad, del respeto o la tolerancia, de la alianza o el enfrentamiento, del amor o el desamor, y que da por resultado que nos sentemos a la misma mesa en este inmenso funeral colectivo, donde todos asistimos como dolientes o enterradores, como difuntos o sacerdotes, como curiosos o malquerientes. Este inmenso camposanto, esta interminable procesión de filias y fobias, tienen su momento cumbre cuando consigue provocar una sonrisa o una franca carcajada en el lector que se asome a esos epigramas.
La publicación de "Calaveras" en los periódicos es una tradición que se ha ido perdiendo de manera paulatina. En México, son pocos los medios que editan una edición especial cada año para albergar en sus páginas este tipo de materiales. Ver aparecer de nuevo una Edición Especial de Calaveras es motivo de celebración y festejo ante la resistencia contra el embate de una modernidad malentendida.
cmcorp00@gmail.com
*Las dos partes anteriores están abajo, publicadas en los días anteriores. El nombre del autor se incluyó en la
primera parte.
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