FRAGMENTOS
DE “El infrarrealismo contraataca”
Se
presentó en México una antología. Cultura, 5 de junio de 2014.
Por Camila Pinzón Mendoza / México D.F.
Situémonos
en el Distrito Federal a medidos de los años setenta. Nos encontramos con una
sociedad que viene arrastrando el movimiento estudiantil de 1968, la euforia de
la Revolución cubana y la politización de la cultura. Ahora pensemos en los
escritores que punteaban las listas de narrativa y poesía por ese entonces en
México […] Publicaban libros sin mayor dificultad, dirigían revistas,
influenciaban la crítica literaria, protagonizaban varios de los eventos
culturales de la ciudad y lo seguirían haciendo durante años. Eran personas
admiradas y queridas por la mayoría de mexicanos que encontraban en su
literatura un gran talento y compromiso con el arte. Muchos jóvenes soñaban con
crear un nueva Comala o escribir un verso como Paz, pero había otros, otros
jóvenes poetas que soñaban con romper esta tradición literaria y lanzarse a los
caminos desconocidos.
Era un
grupo pequeño que fue creciendo con el tiempo. Se fueron encontrando en los
talleres de literatura, en los recitales de poesía, en los cafés y en las
calles del Distrito Federal. […] Cualquiera podía entrar, bastaba con repudiar
la cultura oficial y creer en otras expresiones estéticas. Les gustaban Breton,
Tristan Tzara, el movimiento futurista, la generación Beat (Ginsberg, Kerouac y
Burroughs), Guy Debord, Nicanor Parra, Girondo, Vallejo, Martín Adán, los
poetas malditos, el rock y los hora zerianos, poetas neovanguardistas peruanos
con quienes compartían conceptos e intercambiaban poemas.
[…] Como
perros en manada andaban los días y las noches por las calles del Distrito
Federal. A las tres de la mañana por todo el Paseo de la Reforma, absortos en
discusiones sobre poesía o con los ojos fijos en el poema que alguno leía para
todos; por la colonia Guerrero, que parecía “un cementerio olvidado debajo de
un párpado muerto”, y por el centro, en el café La Habana, lugar de encuentro
de los exiliados cubanos, donde hablaban sobre la herencia estalinista o sobre
el surrealismo o sobre José Revueltas.
Juntos
fueron definiendo la idea de una ética y la posición y actitud frente a la
cultura oficial. Surgió la idea de crear un movimiento poético neovanguardista:
el infrarrealismo. Sin proclamarse, claro, una nueva alternativa de hacer
poesía, el movimiento rechazó a toda costa los sistemas de poder dentro del
arte y la creación, y propuso la búsqueda continua de la alteridad, de ese otro
camino, sobre el principio de que vida y poesía son lo mismo hasta donde
permitan los sentidos y las formas estéticas.
La
cultura oficial los atacaba: ¡jóvenes rebeldes e irreverentes que roban libros!
Y ellos contraatacaban. Inventaban poetas ingleses o franceses y los
“traducían” en algún suplemento literario. Se aparecían en los recitales de
poesía, tomaban los micrófonos y leían sus propios poemas, poemas vitalistas
que iban contra el canon, poemas que hablaban sobre las nuevas dimensiones que
adquiría el cuerpo, el deseo, el cambio de la percepción de las otredades
sexuales, el colapso de las fronteras entre la alta cultura y la cultura
popular.
[…] Casi
40 años después de la creación del infrarrealismo, la tribu se reúne para
celebrar la publicación de Perros habitados por las voces del desierto
(Editorial Aldvs), una antología que reúne 19 infrarrealistas —con varios
poemas inéditos— realizada por Rubén Medina, uno de los fundadores del
movimiento.
“Está vivo”,
me dice Medina, emocionado, refiriéndose al infrarrealismo. “Aquí estamos,
míranos, con las mismas actitudes y envejeciendo”. Han venido de Francia,
España, Perú, Chile y otras partes de México. Se abrazan en medio de la
presentación, recuerdan a Bolaño, Mario Santiago y Cuauhtémoc Méndez, gritan y
se ríen, “nos partimos la madre escribiendo poesía”, se escucha a Juan Esteban
Harrington, José Peguero lee uno de sus poemas, Ramón Méndez recuerda los
recitales en la Casa del Lago, se quitan el micrófono, Rafael Catana invita al
público a comprar el libro o a robarlo. También están Édgar Artaud, Pedro
Damián, Guadalupe Ochoa, Víctor Monjarás, José Rosas Ribeyro.
“La idea
de esta antología es mostrar que ha habido un trabajo”, me dice Medina. […]
“Nosotros no sólo éramos una expresión de rebeldía, escribíamos y algunos lo
seguimos haciendo. La consigna del infrarrealismo nunca fue la de publicar; lo
fundamental era explorar el binomio vida-escritura por medio de nuestra
radicalidad, inusitada percepción y actitud frente a la realidad”.
[…] ¿Qué
es el infrarrelaismo, Rubén? “Es el modo en el que decidimos vivir,
comunicarnos, pensar, entendernos. La poesía es el corazón de la revuelta, de
la revolución. Está en el centro de todo. Tenemos una visión poética de la
vida, no soñadora o romántica, sino auténtica, compleja e intensa. Poesía no es
sólo lo que escribes en un papel, poesía es este momento, y entender la vida
así te exige ser más crítico frente a las poses, el engaño, la artificialidad,
te exige cierta verdad, cierta autenticidad”.