Escritor modestísimo, Zaid, o diaZ, como le llamo para no confundirlo con Edward Said, el excepcional palestino autor de Europeísmo y de otros libros que aprecio mucho, incluida su autobiografía, Zaid, a quien he considerado mi mentor, cumple ochenta años por todo lo alto. Por Noticias 22, como anuncio al homenaje que hoy le brinda la institución pública a la que ha pertenecido por treinta años (“becado”, eco de “pecado”), recordamos su oposición al Carlos Fuentes que formó parte del gobierno de Luis Echeverría. Quiero reconocer a Zaid como mi mentor, si tal vanidad no fuera excesiva. Un día lo visité en su departamento de la colonia Condesa para recibir varios libros que él ya no iba a usar (uno de cuentos de Poe, edición de los años cincuenta, todavía lo conservo), e incluso en eso lo he seguido, desprendiéndome de libros que aprecié y que me fueron útiles. Recibí de España la primera edición de La feria del progreso, enviada por encargo suyo, libro al que dediqué una reseña en la Revista de la Universidad. En una ocasión estuve en una junta presidida por Paz, en la revista Vuelta, donde el único que habló fue Paz. Y fui uno de sus muchos invitados en la fiesta por su ingreso al Colegio Nacional. En lo que no he podido seguirlo es en la edición de sus “demasiados” libros, en las recopilaciones de sus artículos periodísticos. En los tiempos recientes no he coincidido con algunas de sus afirmaciones, como las que sostiene sobre la fama, lo cual supongo que es natural, pues ambos avanzamos en esto de cumplir años y en aceptar o no todo lo que otros creen. En los años ochenta yo vivía en la calle Tamaulipas, a
unos pasos de la Capilla Alfonsina, y le platiqué por teléfono del trabajo que
estaba haciendo sobre la poesía de su paisano regiomontano. Recibí en otra ocasión un formulario por
correo pidiéndome autorización (¡qué lujo de caballerosidad!) para publicar uno de mis poemas en la Asamblea de poetas
jóvenes (1980; una generación recordada por Ricardo Venegas el mes
pasado en la revista La Otra). Y
luego me fui de la capital de México. Zaid es un escritor ejemplar (a veces derrapa, como cuando hizo una guerrita contra un plagio), por lo que debemos
recomendar la lectura de sus textos, seguir la expresión contundente de sus
juicios.