Un 12 de febrero hace treinta años murió Julio Cortázar. Según el colofón de Salvo el crepúsculo este libro de Cortázar terminó de imprimirse en mayo de ese año, 1984. No lo conoció. En la primera página está, no su letra, tipografía: "Lo mejor: no empezar, arrimarse por donde se pueda. Ninguna cronología, baraja tan mezclada que no vale la pena. Cuando haya fechas al pie, las pondré. O no. Lugares, nombres. O no. De todas maneras vos también decidirás lo que te dé la gana. La vida: hacer dedo, auto-stop, hitchhiking: se da o no se da, igual los libros que las carreteras. Ahí viene uno. ¿Nos lleva, nos deja plantados?"
El editor anunciaba en la contraportada poesía "desconocida y dispersa a lo largo de los años". Agregaba: "se desbordan la literatura y la vida personal".
A mí este libro no me gustó. Quizás treinta años después me guste, si me doy tiempo para releerlo.
Y la que fue esposa del escritor se da vuelo publicando escritos de Cortázar. ¿Dónde estaban? ¿En un desván, en un sótano? ¿En Francia, en Argentina? Cortázar se nacionalizó francés, sus motivos tuvo. Sigue siendo argentino, latinoamericano y mexicano, si hubiera elegido México para vivir.
