Luis Chitarroni (Buenos Aires, 1958), escritor y crítico, firma un
artículo, “La figuras de la literatura del siglo XXI”, publicado hace unos días
en la Revista de Cultura (Eñe) del periódico Clarín de Buenos Aires. Todo está muy bien, sabemos que es pequeño el
espacio disponible en los periódicos, con los incontables temas a tratar. Así
que hubo que dedicarle tiempo a buscar fotos y fechas de nacimiento de
escritores y libros para completar esta, que puede ser una guía para conocer a
los escritores de nuestra actualidad.
“Alguna vez Ricardo Piglia apuntó que el problema de los escritores es el
reconocimiento. Admitido que se trata de un fenómeno local, consiente además la
impaciencia de los lectores y la invariabilidad del escenario que lo transmite:
el mercado. Entre el estruendo y el fastidio, el estreno y las efemérides, el
ditirambo y el olvido, las distancias locales suelen ser extremadamente pequeñas.
Si se agregara la condena contigua que pesa sobre el hecho de que la
literatura, por indemostrabilidad de los resultados, no acune ni evalúe niños
prodigios, el porfiado escriba condenado a la madurez de esta porfiada llanura
de los chistes está sometido a la repetición. Estamos. Somos, de acuerdo con
las consignas escolares que nos gobiernan, repetidores. Contumaces,
recalcitrantes. Hecho el alegato, el cambio que no se exige
merecerá nuestra gratitud eterna.”
Yo diría que el problema de los escritores son muchos y que si a escritores
de otras generaciones les preocupó el “reconocimiento”, en las décadas
recientes (la última del XX, la primera del XXI) la palabra implica dinero.
Reconocimiento implica aumentar las ventas, apuntarse para becas, premios, subsidios,
adaptaciones cinematográficas. Al respecto es aburrido insistir en el ejemplo
de Estados Unidos, aunque allí sigue. Son necesarios ejecutivos que vendan
películas (éxitos o basura) a todo el mundo que produzcan mucho dinero.
Etcétera.
El “reconocimiento” no es un fenómeno local. La distribución de libros es
pésima, la de revistas, especializadas o no, igual, la de señales de televisión
donde se entrevista a los escritores tarda en hacerse un espacio en los
satélites y en el mercado (de acuerdo, aún invariable).
Por lo demás, hay que olvidarse de los resultados. La literatura es un buen
negocio (hay que leer las recientes entrevistas con doña Carmen Balcells), y funciona
si evita la saturación porque hay pocas medallas de oro, de Nobel… ¿Podría
encargarse de la promoción la Coca Cola? Los escritores, ¿son repetidores? Sí,
en tanto que la fórmula se mantiene en secreto. Supongo que los embotelladores
del líquido mencionado no son despedidos sino liquidados, aunque sólo sepan una
parte de la fórmula.
Y el triste final en el cierre de Chitarroni, “el cambio que
no se exige merecerá nuestra gratitud eterna” es un lugar que
requiere un letrero: ¡Cuidado, piso mojado! Porque, en efecto, se exija o no,
el cambio seguirá dándose, porque los participantes son todos, y no sólo los
escritores. Están los que hicieron posible Internet en los teléfonos adheridos
a las personas. Lo más reciente que he visto se refiere a cómo hacer llegar el
dinero muy merecido de los escritores cuyas obras se han sacudido de encima el
papel.
Ver nota sobre el escritor estadounidense James Patterson en El País, 10 de agosto, con datos de Forbes, Patterson "ingresó unos 74 millones de euros en 2011", uno de los mejor pagados.
Ver nota sobre el escritor estadounidense James Patterson en El País, 10 de agosto, con datos de Forbes, Patterson "ingresó unos 74 millones de euros en 2011", uno de los mejor pagados.
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