Solitario y
vacío
como la
inmensidad del océano
sin sol, sin
ecos
no veo el
aura de mi vida,
se ha
perdido.
Quiero tocar
los cielos
y un inmenso
frío y helado suelo,
me impide
ponerme de pie
y tocar el
viento tras las rejillas.
Quiero ver
la silueta del amigo,
del hermano,
y solo en mi abismo negro
sin
conversar, enloquece mi sentido.
Sin tiempo,
sin estaciones,
sin el ruido
de los trinos del bosque,
sin ráfagas
de luz ,
sin ecos de
sonrisas.
Qué triste
prisión llevo conmigo,
solo una
sabana desteñida y vieja
cubre mi
cuerpo.
Hoy, lloré.
Vinieron a
mis sueños
imágenes de
infancia,
rostros
conocidos.
y en mi ya
perdida coherencia
abracé tu
silueta etérea y difuminada
y sonreí.
Gracias,
vida, pensé que reír
lo había
perdido.
Y tú,
soledad ingrata, debo decirte
que tu
prisión…¡no me la arrebata!