Fotos de la presentación de la novela La pesadilla jarocha. Memorias de Panchito Viveros, 1812-1829, de Miguel Salvador Rodríguez Azueta, publicada por la Editora de Gobierno del Estado de Veracruz (tercera edición), durante la inauguración de la Feria Internacional del Libro Universitario, promovida por la Universidad Veracruzana, en Xalapa, el viernes 9 de mayo.
Intervención del Director General del Instituto Veracruzano de Cultura, Rodolfo Mendoza Rosendo.
Jaime Velázquez Arellano expuso antecedentes de la novela histórica, con mención de León Tolstoi y Benito Pérez Galdós y otros autores. La guerra y la paz, de Tolstoi, ubica la acción en Rusia en el año 1812, mismo año en que viven los personajes de Rodríguez Azueta en la ciudad y puerto de Veracruz.
Al finalizar, la Directora General de la Editora de Gobierno, Elvira Valentina Arteaga Vega, extendió su reconocimiento a los participantes.
Patricio, Rodríguez Azueta, Sra. de Prada, Fabrizio Prada, Velázquez Arellano, a un lado del Foro al aire libre y del lago, en el campus de la Universidad Veracruzana, Unidad de Artes, Casa del Lago, Xalapa. Países invitados: Brasil y Nicaragua.
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domingo, 11 de mayo de 2014
FLEET. EL CORONEL PELÁEZ
Prólogo del libro por Jaime Velázquez
En su anterior novela, Malo, Jorge Caretta hizo un recorrido por varios escenarios donde mostró personajes que no abundan en la literatura veracruzana. La vida se torna difícil para el joven protagonista conforme avanza la trama y vemos gente (oriundos del norte del estado) cuyas peculiaridades son descritas con realismo dramático. Novela-testimonio de una época cuyas raíces rompen el tiempo: el pasado sigue intacto en el presente, lo que constituye una crítica de las simulaciones del desarrollo, personal y social, como si la pintura de las fachadas de las casas en los pueblos pudiera hacernos olvidar un interior descolorido o tremebundo, donde late el corazón inmutable de sus habitantes.
En su anterior novela, Malo, Jorge Caretta hizo un recorrido por varios escenarios donde mostró personajes que no abundan en la literatura veracruzana. La vida se torna difícil para el joven protagonista conforme avanza la trama y vemos gente (oriundos del norte del estado) cuyas peculiaridades son descritas con realismo dramático. Novela-testimonio de una época cuyas raíces rompen el tiempo: el pasado sigue intacto en el presente, lo que constituye una crítica de las simulaciones del desarrollo, personal y social, como si la pintura de las fachadas de las casas en los pueblos pudiera hacernos olvidar un interior descolorido o tremebundo, donde late el corazón inmutable de sus habitantes.
En esta nueva novela, Fleet. El coronel Peláez, dos personajes
coinciden en una fiesta familiar y comparten estrategias y operativos, leemos
sobre el enfrentamiento de los habitantes de dos comunidades y un dirigente
cuyo don de mando es cuestionado y desemboca en uno de los conflictos. No menos
intenso es lo que preocupa al otro interlocutor, que ese día fue conociendo la
profundidad de las grietas en los muros que lo rodean, en su familia, en su
trabajo, en su propia identidad.
Estos dos personajes comparten fragmentos del conflicto
que mueve la novela y que permite el funcionamiento de la mirada crítica del
autor. Úrsula Ramos, en una nota sobre Malo en El Dictamen (12 de enero de
2013), destacó “los graves errores, injusticias más bien, que el gobierno ha
cometido no sólo ahí —en la sierra huasteca— sino en las diversas regiones
indígenas que figuran en nuestra geografía”.
¿Cuándo incluimos las frases ¡Qué horror! y ¡Por qué! en
nuestra cotidianidad? Olvidar quiere decir soportar y repetir asombros, en una
vida hecha por desgarraduras, acusaciones y perdones.
Nuestra memoria es víctima en un mundo de escándalos que
las agencias noticiosas proveen a los vendedores de publicidad. Estrellas no
son únicamente las personas movidas por poderosas maquinarias de promoción.
También son todo lo que aparece junto a accidentes, catástrofes y violencia,
desde toallas sanitarias hasta perfumes, desde rasuradoras y detergentes hasta
medicamentos. Las esquelas, los obituarios se reparten de acuerdo con el tamaño
de la presunta fama. Las víctimas de la hiperinformación somos quienes no sabemos
comprar silencio. Hay “dramas” todos los
días, pero el tiempo que hay para mostrarlo es poco, es caro. Incluso algo
“grande” es convertido en una noticia mínima porque hay más asuntos que tratar.
Como insecticida —el fleet— de uso extendido en los años
cincuenta, la comunicación colectiva (mata y ahuyenta) insectos mientras
alguien sirve platillos sin parar para los voraces consumidores —“publívoros”,
devoradores de imágenes y sonidos de publicidad—. Si no se acaban las plagas
—hay más hormigas que seres humanos—, sí aumenta la contaminación y provee de
pesadillas sin fin a los usuarios. En Fleet, una actriz, claro, una estrella,
tiene un accidente y es llevada a un hospital donde provoca un ciclón para
deleite de los reporteros, es una noticia que no puede desdeñarse.
La habilidad de Jorge Caretta para urdir e imbricar
historias luce en esta novela que bien podría llegar a ser una película de
éxito si nuestro cine tuviera más tiempo de pantalla.
Durante la presentación de la novela, en el Museo de la Ciudad de Veracruz, el jueves 8 de mayo, el autor se dirige al público. A su lado, María Luz Olivares Aldana, Ivonne Moreno Uscanga, Jaime Velázquez Arellano y Úrsula Ramos Ramírez.
Jorge Caretta es un charlista notable, con una memoria
que le permite mezclar con eficacia sus vivencias en el norte de Veracruz con
las prisas de las grandes urbes. La sirena que pudo haber soñado en Tuxpan es
también la sirena de una ambulancia que pasa por las calles donde un mar de
gente trata de llegar a los noticieros. Ver y ser visto.
En cuanto al fleet,
bajo los nombres y con las sustancias que estén de moda, no es necesario
subrayar las advertencias y limitaciones que se conocen sobre los peligros de
su uso y sobre todo por el abuso de aerosoles, asesinos del clima, éste cada
vez más deteriorado por ellos. Un final sorpresivo que terminará por unirnos a
todos.
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