El no
siempre acertado Comité Nobel de Literatura está sirviendo en México para que
el canal público de cultura, el 22, transmita una conmemoración del Colegio
Nacional a uno de sus integrantes, el abogado y escritor Octavio Paz, quien
desde su juventud mantuvo posturas de derecha en gobiernos surgidos del PRI,
que trabajó en gobiernos del PRI y que hacia el final de su vida apostó por el
fin del PRI y colaboró con el PAN.
Paz
criticó a Gustavo Díaz Ordaz por las decisiones que tomó con el Movimiento
Estudiantil de 1968 y se mostró acrítico con Luis Echeverría Álvarez,
corresponsable de las decisiones del presidente Díaz Ordaz. Paz trabajó con uno
de los más nocivos periodistas de la compañía de televisión Televisa y aceptó
la ayuda del PAN para la subsistencia de su revista Vuelta.
El
Nobel está sirviendo para borrar grandes partes de la biografía de uno de sus
controvertidos premiados. Sería bueno que el Gobierno Federal recordara a los
escritores no premiados, incluso los que han muerto fuera del territorio
mexicano, a los que han trabajado a la derecha y a la izquierda del escenario
político mexicano desde antes de que existiera el premio Nobel, lo que podría
hacer sin elevar el gasto destinado a la promoción de la cultura. Recuerda a
uno y olvida a ¿cuántos? cada año.
Algunos
fieles integrantes del clan Paz dicen que éste hablaba con la verdad, lo que produce
personas que quedan fuera del lado de una verdad única, tanto los que piensan
diferente como los radicales que quemaron una efigie de Paz frente a la
embajada de Estados Unidos en la ciudad de México. Se les olvida que tanto a la
izquierda como a la derecha de la política hay extremistas. Cuando un mismo
partido ganaba las elecciones, también había derecha e izquierda y extremistas
a ambos lados dentro del propio partido.
En su
laberinto, Paz repartía entre sus fieles los puestos que le ofrecían. Los que le
gritaban en la calle quedaban excluidos, también los que opinaban diferente.
Quizás un día haya un líder cultural que sepa mantenerse en el justo medio. Paz
no lo fue. En un libro llamó “ogro filantrópico” al partido y sus ganadores
electorales, cuyos miembros hoy lo están homenajeando. Claro, como globo que se
desinfla y se infla, el México político actual es y no es —diría Paz— lo que el
hoy recordado conoció, pero… Las nuevas generaciones de lectores quizás no han
leído sus artículos políticos y no saben quién fue “en verdad” Octavio Paz en
los ritos políticos de cada día.
Además,
falta en los estudios literarios la vida privada de los escritores. Octavio Paz
fue un hombre autoritario. Su ex esposa Elena Garro así lo describió. Su hija,
Elena Paz, fue recluida en asilo después de la muerte de su madre. Y el
encuentro de Paz con quien lo acompañó al final de su vida seguirá silenciado
por quienes no quieren ver que en las obras literarias, por magníficas que
sean, hay gente común y corriente, desconocida por quienes admiran sólo una
parte de la historia.
Todo
homenaje, para ser creíble, debe incluir a los críticos. En el caso de Paz, propongo
leer o releer a Jorge Aguilar Mora y a Tarcisio Herrera Zapien. Sin embargo,
las reuniones de amigos que hablan bien de sus amigos van a seguir porque están
enraizadas en las costumbres de nuestra época. Saber quién fue realmente un
personaje famoso requiere dejar que disminuya su fama con el tiempo. Como sea,
el futuro siempre pone a la gente en su lugar.