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martes, 3 de enero de 2012

DIENTES INQUIETOS, ¿CINE O TELEVISIÓN? / JAIME VELÁZQUEZ

Una noticia reciente fue que el actor Mel Gibson tendrá que partir su fortuna en dos, una mitad será para Robyn Moore, la mujer  con la que vivió y engendró siete hijos y que ahora recibe el certificado de ex esposa millonaria. Cuando fue esposa tuvo el doble de dinero, todo el que estaba ganando Gibson, aunque los periodistas no preguntaron si ella tenía voz y voto en las decisiones de dónde y en qué se invertía el dinero que el muy trabajador Gibson iba juntando. Esta cuestión puede no ser considerada noticia, aunque tampoco lo es que el actor es ahora la mitad de rico.
            El tema interesante es otro. Productores, actores, exhibidores juntan dinero, menos el espectador, el que paga un boleto y compra en la lonchería del cine. La suma de espectadores hace que el cine reciba el nombre de industria, y como tal hay que considerarla, somos sus clientes. Hollywood es una transnacional y su negocio es vender sus productos a la mayor cantidad de personas y no tener competidores, de ningún tamaño, en los países donde opera. Los que trabajan en esta industria por supuesto que reciben dinero, distintas cantidades, pero no se vuelven millonarios, esa suerte está reservada a las “estrellas”, a los estudios, a los productores, distribuidores, exhibidores. No cabe duda que el cine es caro.
            El motor de los negocios son las ganancias. En la industria del cine una idea y su realización hacen que el negocio sea fabuloso –los medios se hacen eco de las cifras: cuántos dólares se invirtieron, cuántas entradas se han vendido, cuánto le pagaron a los actores principales pero nunca dicen cómo fue el reparto, cuál fue el monto de la ganancia–. El cúmulo de labores descansa en una maquinaria que nunca se detiene: la publicidad. Los espectadores no han aprendido a distinguir una actuación buena de una mala. Lo que sí saben es que actores y actrices son “estrellas”, lo cual evita que juzguemos su trabajo, además de que sus “fallas” han sido eliminadas pues se ha repetido el momento las veces que ha sido necesario –han recibido una ayuda incluida en los costos de producción–. Sabemos que un protagonista es bueno, muy bueno, porque todos los años sale en nuevas películas, porque los periódicos y revistas publican sus fotos, que son signos convencionales de admiración, y es tratado como aristócrata en medios como la revista Hola! de España y las transnacionales en México.
            Y mientras, los cinéfilos se olvidan del que tuvo la idea, del que puso el dinero, de los que elaboran, llevan y traen contratos.
            En tiempos recientes el negocio aumentó con la venta de copias de películas para ver en casa. Y una vez más, el entusiasmo evitó que el público reflexionara en un congestionamiento que se dio: ahora hay videos de 15 o 20 pesos, sin contar la caída en el precio de las películas clonadas. Era más importante saber que uno podría ver las veces que uno quisiera a la “estrella” de nuestros sueños, en la cama, o más bien desde la cama.
            Seguimos sin hacer cálculos sobre el tiempo, que no es difícil: cuántas películas queremos ver en un año, entre viejas y nuevas; cuántas veces veremos nuestras películas favoritas, si hay tanto que ver, si el mercado siempre está rebosante.
            Hace cincuenta años un canal de televisión en México, el 4, pasaba películas viejas de Hollywood en la tarde: Reseña Mundial de Cine. Es difícil entender lo de mundial, si eran películas de Estados Unidos. Mundial quería decir que las repartían para que las vieran en todos los países que compraran copias de las películas. En una papelería-mercería cercana a la casa de mis padres, en el D.F., vendían postales con los retratos de las “estrellas” de la época, en blanco y negro. Con ellas y recortes de revistas hice un álbum cuyo paradero ignoro.
            Años después quise hacer un cine club en la preparatoria y fui a una empresa alquiladora de películas. Eran películas de Estados Unidos y concluir los trámites fue una tarea que me hizo desistir. En la universidad fui asiduo del cine club de Jorge Ayala Blanco en el auditorio Che Guevara (Justo Sierra antes de 1968). También fui al cine a Copilco, a un lado de la ciudad universitaria, al CUC, y al INAH, en el bosque de Chapultepec, y al IFAL, en la colonia Cuauhtémoc, y al cine Regis, en avenida Juárez (recuerdo un ciclo de Ingmar Bergman), y a los cines de arte de Gustavo Alatriste, el director de la revista Sucesos. No podía dejar de pensar que debía ir a Francia a estudiar cine, como Salvador Elizondo, que escribió un librito sobre Visconti que publicó la Unam en una colección donde también hubo otros autores y temas.
            En esos años me enteré que había una escuela de cine, el CUEC (empezó cursos en 1963), luego vendría la Cineteca Nacional (1974) y el CCC (1975). Entonces ya había decidido seguir siendo espectador y no cineasta, así que no me perdí ninguna de las muestras de cine por varios años, desde la primera, con selecciones que no siempre eran las esperadas. En una Muestra Internacional de Cine vi por primera vez a Mel Gibson, Gallipoli, aunque pudo ser antes, en Mad Max.
            Al recordar y escribir esto, y dado los tiempos que corren, ¿no deberían darme una “pensión” los industriales de Hollywood, por haber sido espectador cinéfilo infatigable? ¡Lo que gasté recorriendo el D. F. para sentarme frente a una pantalla y quedarme quieto! También la industria del cine le debe algo a mi padre. Nos llevaba al cine los sábados, a mis hermanas y a mí, a ver funciones dobles y triples: costaba menos la entrada y uno salía “ebrio” de cine.

CINE O TV     
En los años recientes he dejado de ir al cine porque a diario hay una película que ver en la televisión, casi nunca de primera categoría, porque no dejo de pensar que la calidad del cine de Estados Unidos es parejamente baja, que algunas “estrellas” (el star system) hacen que muchos actores sean eternamente de segunda categoría, o tercera, y que podríamos ver más películas si no repitieran y repitieran y repitieran unas cuantas hasta la náusea (¿es más barato?).
            Creo que el negocio del cine de Estados Unidos va a seguir repartiendo mucho dinero a unos cuantos y dinero (salarios, honorarios) a los demás. Entonces, ¿por qué les preocupa que la gente se sirva gratis lo que pueda por Internet? Es porque un buen empresario no puede dejar de ver dónde hay un negocio para ganar más. ¿Hay menos gente en los cines y hay que compensar cobrándoles el alquiler de películas a los que se quedan en casa? ¿Y la demografía? Un cinéfilo deja de ir y la butaca la ocupa un distraído que come palomitas (antes había muéganos y papas fritas sin marca).
            Un buen negocio no es el que mantiene una clientela, sino el que la aumenta. Así que por una persona que deje de ir al cine va a haber otra que sí vaya, porque el cine es un acto social, una lonchería con luz parpadeante que viene de la pantalla y en donde no se debe platicar, aunque algunos ignoran este detalle. Por eso los lunes no hay gente en los cines, la multitud fue el domingo y en casa no todos ven películas, porque la competencia es la que hacen las series, también producto de Estados Unidos, y los programas nacionales. Los canales que transmiten películas hacen que suba el precio que cobran los cines. En casa, una renta mensual de televisión permite ver tres películas diarias: por cada película estamos pagando 3 pesos, más o menos, o nueve si sólo vemos una al día. Cuánto nos costaría volver el lunes al cine. Y claro que el negocio de la venta de refrescos y palomitas se resiente, pero en eso no hay mucho por hacer: 3 o 9 pesos, pantalla chica, contra 100 pesos, pantalla grande, más lonchería, más traslado.
            ¿Creen los productores que de verdad Internet afecta su negocio? No he visto sus cálculos. Conviene invertir en películas que sólo lucen en salas de cine, como es el caso de La guerra de las galaxias. Es absurdo comprarla en CD. La televisión más plana y de más pulgadas no compite con la pantalla de cine. Igual en el caso de cine de mayor calidad. Pienso en Amarcord, de Fellini: la pequeña lancha en el mar con bruma y la aparición del trasatlántico… Eso sólo puede verse en una pantalla grande y en la oscuridad de la sala de cine, rodeado de desconocidos que por unos segundos pierden la respiración.
            Además, por lo pronto basta la advertencia “sólo en cines”, para azuzar a quienes estén urgidos por ver la nueva película. Y habría que iniciar una guerra para exigir que no quieran cobrarnos lo mismo por La guerra… que por una comedia de diez o veinte mil dólares.
            Últimos comentarios. ¿Quién pudo disfrutar, quién puede decir yo vi Iván el terrible, si lo vio en televisión? Yo lo vi (no lo vi) en el canal Once del IPN, con comentarios de Emilio García Riera, José de la Colina y Tomás Pérez Turrent. En cuanto a Días de Cine, de Televisión Española, es un programa excelente (los sábados, lo veo gracias a Internet). Aunque muy apergollado, también los responsables del programa, por los reflectores de Hollywood, cumplieron veinte años de presencia.

ENTREVISTA A JULIA CARÚ / GRELA BRAVO / ARTICULARTE

Hace unas semanas pude participar en el blog de Poetas del 15 de Mayo una antología poética del movimiento 15-M. En este blog participan poetas de todos los países que con sus palabras se adhieren a la lucha por una democracia real. Hablamos con la impulsora de esta idea y administradora del espacio, Julia Carú, sobre el proyecto, el objetivo y las perspectivas del mismo.
            ¿Cómo surge la idea de este blog?
J. C. Al comprobar cómo el movimiento del 15 de Mayo iba ampliándose para luchar por un cambio social, político y económico, decidí colaborar a través de una pequeña aportación. Como me dedico a la escritura, pensé que quizás el mejor medio fuese un blog de poesía donde se utilizara la palabra para mostrar la indignación. Después de acudir a diversas asambleas de Córdoba y ver la organización y colaboración de todos los acampados, entre ellos algunos poetas, me puse manos a la obra. Al principio contacté con poetas a quienes ya conocía de algunos encuentros, después fueron sumándose poetas de toda España e incluso de otros países, dando como resultado una colaboración masiva. Esto se debe también a la coordinación con otras acampadas como la de Sol, Córdoba, Valencia, Badajoz, etc. y con la plataforma Democracia Real Ya.
¿Qué esperas ‘lograr’ con él? ¿poner voz a sentimientos comunes a través de versos y acentos diversos?
J.C. Espero que se escuchen nuestras voces. Espero que sea un espacio de encuentro entre poetas indignados, que puedan compartir sus versos, la lucha es más fácil si puedes comprobar que hay otras personas que, como bien dices, están dentro de un mismo sentimiento. Para mí, poesía es libertad, expresar en pocas palabras todo un conjunto de pensamientos a través de una música interna. Y eso es lo que hace falta en estos momentos: la destreza de esa música y la presión de la palabra. Este espacio de lucha en la red podría ser utilizado en un futuro para organizar algún tipo de encuentro, donde los poetas pudieran expresar sus ideas en la calle, o para la publicación de algún libro para que quedase constancia y estas voces se esparciesen por todo el mundo. Son algunas ideas que por supuesto habrá que consultar con los poetas, pues aunque yo haya creado y administre este blog, ahora pertenece a todos los participantes y esa cercanía hace que muchos me planteen grandes ideas, sugerencias y acciones a llevar a cabo, es lo mejor que ha conseguido este movimiento: la igualdad participativa.
            ¿Es el arte una manera de llegar a la gente?
            J. C. Sí, aunque pienso que las acampadas, las manifestaciones, los actos de presión, los manifiestos, las firmas, etc., son las acciones directas realmente imprescindibles. Sin embargo, es interesante que con la expresión artística se pueda llegar a más gente. Los artistas plantean una idea y el proceso de trabajo la consolida, haciendo que la gente sea capaz de verlo y por lo tanto de cuestionarse. Aunque yo no entienda la técnica de una disciplina, su resultado puede dejar huella en mí más que una mera noticia informativa, pues el esfuerzo que realizamos para entender cada obra de arte consigue ahondar en nuestra propia crítica. Por otro lado, el arte está dentro de las personas, es un lenguaje universal que tiene como finalidad la comunicación. Las manifestaciones artísticas se basan en la visión del mundo y por ello no son ajenas a nadie, las personas somos más similares de lo que creemos.
¿Crees que debemos canalizar la cultura y las expresiones artísticas para hacer denuncia social?
J. C. Para mí es un deber. A parte de los sentimientos que puedan llevarme a escribir sobre un tema u otro, creo que si tengo en mis manos un medio para expresarme ante el mundo, muchos de mis poemas deben hacer denuncia social. No hacerlo sería como ser dueña de una cadena televisiva y obviar los desastres del mundo (algo que nos suena bastante). Como escritora también disfruto con los sentimientos, la cotidianidad, pero no es suficiente, según mi opinión y sin querer ofender a nadie, centrarse meramente en estos temas conlleva un halo de egoísmo, sobre todo para aquellos cuyas voces son conocidas por todos y podrían ofrecer diversos puntos de vista críticos a la sociedad a través del arte. Con esto tampoco quiero decir que haya que centrar las expresiones artísticas  en un solo tema, pero sí una gran parte y sobre todo ahora. Espero que este blog sea una continuidad del movimiento y que se mantengan todas las acciones hasta que no sea necesario porque se hayan cumplido los objetivos.



Julia Carú nació en Córdoba, España. Estudió Trabajo Social y Antropología Social y Cultural. De esta segunda carrera ha realizado diversos trabajos de investigación, el último sobre la mujer. Tiene un libro publicado, Barco de papel en clave de La, con Editorial Séneca, donde es directora de la colección de antropología. Hace poco creó una asociación cultural llamada El trashumante para dar salida a proyectos culturales en Andalucía. Entre estos proyectos está participando como poeta en un espectáculo multidisciplinar del grupo Sigma. Ha colaborado en diversos catálogos del artista plástico E. Maldomado y elaborado textos para algunas entidades.

POETAS INDIGNADOS EN ESPAÑA / JULIA CARÚ

Hemos publicado un libro con l@s poetas participantes del blog hasta la fecha. Si alguien desea adquirir el libro, puede hacerlo a través de internet en la siguiente dirección: http://www.editorialseneca.es/POETASDEL15M.htm o solicitándolo en cualquier librería.
Dentro de poco comenzaremos las presentaciones en las ciudades y pueblos que nuestr@s participantes han buscado, animamos a l@s indignad@s de las plazas a que se unan a ellas. (se pondrá en el blog un calendario de presentaciones).
La publicación de este libro no impide que sigais mandando vuestros poemas para partipar en el blog, pues es la base de todo y siempre seguirá activo. Y quien no haya llegado a tiempo para el libro... ¡quizás en un futuro haya un segundo con l@s nuev@s participantes!
Información: el libro lo ha realizado y financiado Editorial Séneca, los beneficios irán destinados a cubrir gastos y, en el caso de que los beneficios fuesen mayores, se reinvertirían en nuevas obras críticas relacionadas con el movimiento. Los y las poetas que aquí participan son una pequeña muestra (un centenar) de tod@s l@s poetas indignad@s del mundo y no por ello son representantes, simplemente participantes como tod@s nosotr@s, que han podido acceder al blog y han querido colaborar altruistamente:
                                               http://www.poetasdel15demayo.blogspot.com

POETAS DEL 15-M / PEDRO LUNA ANTÚNEZ

Antología recopilada desde el blog
                                                                   http://www.poetasdel15demayo.blogspot.com

de un centenar de poetas comprometidos con el Movimiento 15-M desde el activismo social y literario.

Tomando la poesía como una herramienta de transformación, los versos de autores como Julia Carú, Jesús Gómez Gutiérrez, Miguel Ángel Yusta, Fernando Sabido Sánchez o Ada Luz Márquez obran de caleidoscopio para visualizar los primeros días de la indignación ciudadana a través de la experiencia de quienes participaron activamente en el surgimiento de un movimiento que de manera espontánea y en pocos meses ha removido las estructuras y las conciencias de nuestro país como ningún otro movimiento social lo había logrado.
          La editorial Séneca se ofreció a plasmar en papel el presente compendio con la finalidad de llevar la poesía indignada a los lectores sin acceso a internet. El resultado final es una edición a la que hemos reservado un lugar preferente en nuestra biblioteca personal. No en vano, es un trozo de nuestra historia reciente y un enorme ejercicio de solidaridad.