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jueves, 10 de mayo de 2012

BENITO PÉREZ GALDÓS, HISTORIADOR-NOVELISTA

La Corte de Carlos IV. Capítulo XIV.
 (…por cierto que pocas veces he visto facha más desagradable. No le daría un puesto en la serie de mis recuerdos si aquél no fuera uno de los personajes más célebres de su tiempo, razón por la cual me resuelvo, no sólo a mencionarle, sino a describirle, para edificación de los tiempos presentes.)
Era el marqués Caballero, ministro de Gracia y Justicia.
No vi a semejante hombre más que una vez, y jamás le olvido. Era de edad como de cincuenta años, pequeño y rechoncho el cuerpo, turbia y traidora la mirada de uno de sus ojos, pues el otro estaba cerrado a toda luz; con el semblante amoratado y granulento, como de persona a quien envilece y trastorna el vino; de andar y gestos sumamente ordinarios; en tanto grado repugnante y soez toda su persona que era preciso suponerlo dotado de extraordinarios talentos para comprender cómo se podía ser ministro con tan innoble estampa. Pero no, señores míos. El marqués Caballero era tan despreciable en lo moral como en lo físico, pudiendo decirse que jamás cuerpo alguno encarnó y bajas ideas de un alma. Hombre nulo, ignorante, sin más habilidad que la de la intriga, era el tipo del leguleyo chismoso y tramoyista que funda su ciencia en conocer no los principios, sino los escondrijos, las tortuosidades y las fórmulas escurridizas del Derecho para enredar a su antojo las cosas más sencillas.
            Nadie podía explicarse su encumbramiento, tanto más enigmático cuanto que el omnipotente Godoy no pasaba por amigo suyo; debió aquél consistir en que, habiéndose introducido en Palacio y héchose valer merced a viles intrigas de escalera abajo, usó como instrumento de su ambición cerca del rey la defensa de los intereses de la Iglesia; y adulando la religiosidad del pobre Carlos, pintándole imaginarios peligros y haciendo depender la seguridad del Trono de la adopción de una política restrictiva en negocios eclesiásticos, logró hacerse necesario en la Corte. El mismo Godoy no pudo apartarle del Gobierno ni poner coto a las medidas dictadas por el bestial fanatismo del ministro de Gracia y Justicia, quien, después de haber perseguido a muchos ilustres hombres de su época y encarcelado a Jovellanos, remató su gloriosa carrera contribuyendo a derribar al mismo príncipe de la Paz en marzo de 1808.
            Damos estas ligeras noticias respecto a un hombre que gozaba entonces de justa y general antipatía, para que se vea que la elevación de los tontos, ruines y ordinarios no es, como algunos creen, desdicha peculiar de los modernos tiempos.

Obras completas, tomo I. Episodios nacionales. Aguilar, Madrid, 1958.
NOTA.
Federico Carlos Sáinz de Robles, archivero, bibliotecario, arqueólogo, subdirector de la Biblioteca y del Museo de Madrid en el año de la impresión de las Obras completas, escribió en la primera página de la Introducción lo siguiente:
            “Sin exageración puede afirmarse que Galdós es el continuador inmediato de Cervantes; que entre los dos no existe ningún otro novelista de talla gigante. Al restaurar la novela, el realista Galdós crea la novela nacional…”. Líneas antes había afirmado que, Galdós fue restaurador “de la genuina novela española: la realista, equidistante, por igual, del naturalismo, del sentimentalismo culto y dulzón del rococó francés y del romanticismo detonante, con ruido de besos saporitos y de pistoletazos suicidas”.
            Benito Pérez Galdós nació el 10 de mayo de 1843 en las Islas Canarias, “que no eran llamadas así, sino Insulae Fortunatae o Islas Purpurinas, por el tono del mucho líquen que las atercipelaba, islas que, con las Azores y las de Madera, eran las más altas cimas del continente atlántico sumergido milenios antes en el mayor cataclismo cósmico conocido”.

CATALUÑA Y EL MUNDO EN LA VANGUARDIA

UNA GRAN NOTICIA

La Vanguardia lanza una nueva editorial de libros electrónicos

           Ebooks de Vanguardia

Redacción del periódico La Vanguardia.- El diario La Vanguardia ha lanzado este miércoles 2 de noviembre su propia editorial de libros electrónicos, Ebooks de Vanguardia. Con esta iniciativa, pionera entre los medios de comunicación españoles, La Vanguardia pretende ampliar la oferta de productos informativos que ofrece a sus lectores y usuarios.
Este nuevo sello editorial contará con libros electrónicos tanto gratuitos como de pago. Los ebooks estarán disponibles en los tres principales formatos del mercado –ePub, PDF y mobi-, de manera que podrán ser descargados y leídos en la práctica totalidad de los dispositivos que permiten leer libros electrónicos: ordenador portátil o de sobremesa (PC o Mac), tableta (por ejemplo, el iPad), e-reader (Kindle y otros) o smartphones.
Desde hoy mismo están disponibles de forma gratuita en la web de La Vanguardia los primeros títulos de Ebooks de Vanguardia. Se trata de los libros Viaje al corazón del hambre, del periodista Xavier Aldekoa, que se ofrece también en catalán (Viatge al cor de la fam), y El naufragio, del periodista Jaume V. Aroca.

Viaje al corazón del hambre recopila una serie de reportajes sobre la crisis humanitaria que se vive en el cuerno de África realizados por el corresponsal de La Vanguardia en Sudáfrica, Xavier Aldekoa. Por su parte, “El naufragio” ofrece, a modo de diario, las “historias humanas e inhumanas de la derrota de los socialistas en Barcelona” en las pasadas elecciones municipales.

Próximos títulos
En los próximos días se lanzará el primer ebook de pago, ¡Adolescente en casa!, que costará 5,99 euros e inaugurará una colección de libros prácticos ofrecidos por el suplemento de los sábados ES (Estilos de vida).
          También verá la luz en breve el libro Las 30 webs más relevantes de 2011, escrito por Juan Manuel García, periodista de LaVanguardia.com responsable de la sección de Tecnología. El libro repasa de modo ameno las 30 empresas de internet que han tenido un especial protagonismo a lo largo de este año 2011.

Todos los libros electrónicos de Ebooks de Vanguardia estarán disponibles a través de una nueva sección abierta en LaVanguardia.com. Adicionalmente, los libros se irán incorporando también a las principales plataformas de distribución de libros electrónicos.
          El director de innovación digital de Grupo Godó, Ismael Nafría, que ha impulsado la creación de la nueva editorial electrónica Ebooks de Vanguardia, considera que “los libros electrónicos van a adquirir un creciente protagonismo en el sector editorial español, lo que ofrece nuevas oportunidades de negocio”. Según Nafría, “para un medio como La Vanguardia la publicación de libros electrónicos representa una nueva y excelente forma de ampliar nuestra oferta de contenidos de calidad, adaptando dichos contenidos al formato preferido por los usuarios en cada momento. Vamos a experimentar con distintos modelos y precios”.
          Varios medios de comunicación internacionales han decidido probar suerte estos últimos meses en el emergente mercado de los libros electrónicos. Así, entre otros, han publicado diversos ebooks medios como The New York Times, The Guardian, The Washington Post, The New Yorker, The Boston Globe, Wired, Vanity Fair, ABC News, Time o ProPublica.

Actividades Digital Media (ADM), la empresa digital de Grupo Godó, se encarga del diseño, la producción y la edición de los libros electrónicos publicados por ‘Ebooks de Vanguardia’.

Más información:
EBOOKS DE VANGUARDIA: www.lavanguardia.com/ebooks

EL PLACER DE LA LECTURA / RAFAEL MARTÍN

Posted: 09 May 2012 12:37 PM PDT

Un reloj de oro, recuerdo de familia, es la posesión más preciada de la señora Lafleur, viuda y portera de un inmueble de Montmartre. Objeto codiciado por su cuñado, vendido por sus hijos, robado por unos delincuentes, y que siempre se empeña en regresar a su dueña, es, con sus idas y venidas, la excusa para acercarnos a un elenco de personajes que, aparentemente dispares por su extracción, son sin embargo iguales en su naturaleza.
          La calle Gabrielle, donde se encuentra el inmueble, fue también lugar de residencia de Max Jacob (Quimper, Bretaña, 1876 – Campo de Concentración de Drancy, 1944), miembro conspicuo de la bohemia parisiense, amigo de Apollinaire, Modigliani, Gris, Braque o Picasso, con el que compartió piso durante cinco años. Practicante del ‘cubismo literario’, participó además, junto a los futuros surrealistas, en la creación de la revista Littérature, lo cual no le eximiría de acabar, como su amigo Cocteau y tantos otros, en la lista negra de Breton. Y a pesar de sus comienzos dadaístas con El cubilete de dados (1917), de su pasado vanguardista solo quedan en Filibuth o el reloj de oro (1923) algunos aciertos formales, como la mínima presencia de un narrador que prefiere dejar a los personajes todo el espacio para sus excesos verbales, sus moralizantes discursos, sus atropellados diálogos o sus cartas y diarios.

Odon-Cygne-Dur, el vecino que escribe cartas a Jacob, viene a ser en realidad un trasunto del propio autor: considerándose contaminado por la ciudad y sus habitantes, y descubriendo en los defectos de su portera los suyos propios, opta por un retiro espiritual y por una exaltada conversión que acaba por hacerle comprender que todos tenemos dentro una ‘señora Lafleur’ de la que liberarnos por la fe.
          De igual forma, Jacob acabó convirtiéndose al catolicismo después de asegurar haber tenido visiones de Cristo y no prestar atención a aquellos que le recordaban su excesiva afición al éter. Conseguía así salvarse de su parte ‘Lafleur’, sublimar las tendencias homosexuales que, junto a su extracción judía, tantos problemas le causaron. Y sin embargo, en la fundamentalista exposición de Dur se cuelan también ciertas ambiguas referencias a un joven seminarista llegado a su retiro.

Como ambiguas son también las relaciones del teniente de navío Lemercier, portador del reloj hasta Japón, con su ayudante o boy, personaje aquel que ante el recurrente uso de términos marineros en su discurso, se disculpa por “la configuración brumosa de mis metáforas y su aparejo”, aduciendo que desde que sufrió cierta afección africana “el gobernalle va a la deriva”. Y es la hermana de Lemercier quien le regala el reloj después de recibirlo de su admirador Cecco Baldo, risible conquistador y responsable de la participación de la joya en una sesión de hipnotismo a su divertido paso por Venecia.
          Acumulación, pues, de personajes y aventuras, acompañados por un discurso moralizante al que el propio autor permite hacer aguas, y sostenido por un lenguaje que resulta exquisito mientras no se ve lastrado por una expresión un tanto atropellada y excesivamente elíptica que, a veces, puede entorpecer la narración.