¡Ah, los humanistas no mueren! Andan por aquí, en pos de
letras para colorear los sueños. Y todos lo saben. Las gentes fingen pereza
para dejar cerrados los libros y cuando duermen son los autores más audaces.
Los sueños son aventuras que nadie cuenta. ¡Ah, los humanistas quieren que
todos estén enterados de todo, amigos de la imprenta, de los árboles y de la
arena si sirven para escribir algo y que los andantes tengan algo para soñar.
Son Quijote que habla con Sancho, son el escudero que habla al sentir el
bullicio de la imaginación del caballero. Ínsulas donde quedan más prodigios
que los conocidos. Los humanistas los llevan a la imprenta, de allí saldrán en
hombros de veloces mensajeros que anuncian letras para colorear los sueños. Y
hay quienes no quieren enterarse y sus sueños son silenciosos y al amanecer los
platican. Entonces los humanistas los meten en cubetas y los colorean. ¡Vale,
que no se pierda ningún sueño! Los lectores coleccionan papeles para cambiar
sus sueños en grandes aventuras, como las que sigue haciendo el inmortal
Quijote en la cabeza de todos los durmientes.
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sábado, 31 de mayo de 2014
PALABRA EN EL MUNDO
Jaime Velázquez, Ivonne Moreno, Hindra Ceballos, Jorge Andrade,
Mary Carmen Gerardo, Jesús Garrido.
Mary Carmen Gerardo
Jesús Garrido
UN LIBRO QUE FALTABA
Por la publicación del libro enciclopédico de Carlos Manuel Cruz Mesa,
"Monstruos entre nosotros. Historia y tipología de los asesinos"
(Instituto Literario de Veracruz, UPAV, CLEU y Escrito con sangre, mayo 2014), hubo una charla en uno de los salones del hotel Las Brisas Connection, antes
Galerías Plaza, Boca del Río, Veracruz, con Hugo Cabrera, Carlos
Manuel Cruz Meza, Rogelio Alfonso Aguilar Alcázar, Jaime G. Velázquez y Rafael Antúnez.
HOMENAJES
Ojalá haya más actividades por los poetas muertos y pronto se establezca un
equilibrio entre el pasado y el presente de la literatura mexicana. El dolor
por la pérdida de un ser querido actúa como un gas que eleva sus cualidades.
Luego se instala el olvido, el ausente vuelve a tierra, aunque los sentimientos
de cariño y aprecio permanecen en la memoria, donde ocupa un lugar justo, junto
a otros miles de recuerdos que vamos guardando.
Sostenidos por la figura de Octavio Paz, como a una vejiga inflada, el presidente del Senado mexicano, Raúl Cervantes Andrade, la presidente de la Comisión de Cultura del Senado, Blanca Alcalá, y un número indeterminado de senadores mexicanos, volaron a Madrid para asistir el martes 27 de mayo a un homenaje por el centenario del nacimiento del poeta en la Casa de América, donde también estuvieron Roberta Lajous, la embajadora de México en España, un funcionario de Conaculta, el ex presidente español Felipe González, los escritores Fernando Savater, el chileno Jorge Edwards y otras estrellas. En México, el secretario de Relaciones Exteriores también dijo palabras amables, que extiendo para abarcar al que tuvo el mérito de contratar al joven Paz, el tabasqueño José Gorostiza, y a otros poetas que han tenido la fortuna de ser representantes de México, como por ejemplo Marco Antonio Montes de Oca.
Es bueno que se hable de los creadores literarios. Las palabras que se digan serán parte de nuevos volúmenes, junto a las cartas, los diarios, los papeles encontrados (yo guardo varios recados de Paz que son parte de la crónica de la revista Vuelta, que fundó y dirigió, y dedicatorias en libros). Pero, sin faltarle el respeto a nadie, prefiero los libros formados por las ponencias de los académicos, por las tesis de los estudiantes, donde los elogios y las anécdotas que son del gusto de los periodistas ocupan un espacio minúsculo.
En la ciudad de Veracruz también se están dando sesiones de homenaje a Octavio Paz, muy merecidas. Mi padre nació unos años antes que Paz y sus hijos y nietos anotamos algunos episodios de su vida que circulamos, con fotos incluidas, entre toda la familia, pensando sobre todo en los bisnietos que no lo conocieron.
Con Paz, y con casi todos los escritores del mundo, siempre habrá reuniones académicas que no estén sostenidas por vejigas, que regresan de vuelta a la tierra mostrando su precariedad. Después del nivel de primera lectura (hay quienes están descubriendo las obras de Paz de hace setenta años), después del empujón de los periodistas, podrá discutirse, por ejemplo, por qué la prosa magistral de Paz dejó en la orilla la crítica profesional de las artes plásticas, que tiene lo suyo, ¡vaya que sí!, y cuyos protagonistas son apreciados por poca gente.
Sostenidos por la figura de Octavio Paz, como a una vejiga inflada, el presidente del Senado mexicano, Raúl Cervantes Andrade, la presidente de la Comisión de Cultura del Senado, Blanca Alcalá, y un número indeterminado de senadores mexicanos, volaron a Madrid para asistir el martes 27 de mayo a un homenaje por el centenario del nacimiento del poeta en la Casa de América, donde también estuvieron Roberta Lajous, la embajadora de México en España, un funcionario de Conaculta, el ex presidente español Felipe González, los escritores Fernando Savater, el chileno Jorge Edwards y otras estrellas. En México, el secretario de Relaciones Exteriores también dijo palabras amables, que extiendo para abarcar al que tuvo el mérito de contratar al joven Paz, el tabasqueño José Gorostiza, y a otros poetas que han tenido la fortuna de ser representantes de México, como por ejemplo Marco Antonio Montes de Oca.
Es bueno que se hable de los creadores literarios. Las palabras que se digan serán parte de nuevos volúmenes, junto a las cartas, los diarios, los papeles encontrados (yo guardo varios recados de Paz que son parte de la crónica de la revista Vuelta, que fundó y dirigió, y dedicatorias en libros). Pero, sin faltarle el respeto a nadie, prefiero los libros formados por las ponencias de los académicos, por las tesis de los estudiantes, donde los elogios y las anécdotas que son del gusto de los periodistas ocupan un espacio minúsculo.
En la ciudad de Veracruz también se están dando sesiones de homenaje a Octavio Paz, muy merecidas. Mi padre nació unos años antes que Paz y sus hijos y nietos anotamos algunos episodios de su vida que circulamos, con fotos incluidas, entre toda la familia, pensando sobre todo en los bisnietos que no lo conocieron.
Con Paz, y con casi todos los escritores del mundo, siempre habrá reuniones académicas que no estén sostenidas por vejigas, que regresan de vuelta a la tierra mostrando su precariedad. Después del nivel de primera lectura (hay quienes están descubriendo las obras de Paz de hace setenta años), después del empujón de los periodistas, podrá discutirse, por ejemplo, por qué la prosa magistral de Paz dejó en la orilla la crítica profesional de las artes plásticas, que tiene lo suyo, ¡vaya que sí!, y cuyos protagonistas son apreciados por poca gente.
domingo, 11 de mayo de 2014
LA PESADILLA JAROCHA, NOVELA DE MIGUEL SALVADOR RODRÍGUEZ AZUETA
Fotos de la presentación de la novela La pesadilla jarocha. Memorias de Panchito Viveros, 1812-1829, de Miguel Salvador Rodríguez Azueta, publicada por la Editora de Gobierno del Estado de Veracruz (tercera edición), durante la inauguración de la Feria Internacional del Libro Universitario, promovida por la Universidad Veracruzana, en Xalapa, el viernes 9 de mayo.
Intervención del Director General del Instituto Veracruzano de Cultura, Rodolfo Mendoza Rosendo.
Jaime Velázquez Arellano expuso antecedentes de la novela histórica, con mención de León Tolstoi y Benito Pérez Galdós y otros autores. La guerra y la paz, de Tolstoi, ubica la acción en Rusia en el año 1812, mismo año en que viven los personajes de Rodríguez Azueta en la ciudad y puerto de Veracruz.
Al finalizar, la Directora General de la Editora de Gobierno, Elvira Valentina Arteaga Vega, extendió su reconocimiento a los participantes.
Patricio, Rodríguez Azueta, Sra. de Prada, Fabrizio Prada, Velázquez Arellano, a un lado del Foro al aire libre y del lago, en el campus de la Universidad Veracruzana, Unidad de Artes, Casa del Lago, Xalapa. Países invitados: Brasil y Nicaragua.
Intervención del Director General del Instituto Veracruzano de Cultura, Rodolfo Mendoza Rosendo.
Jaime Velázquez Arellano expuso antecedentes de la novela histórica, con mención de León Tolstoi y Benito Pérez Galdós y otros autores. La guerra y la paz, de Tolstoi, ubica la acción en Rusia en el año 1812, mismo año en que viven los personajes de Rodríguez Azueta en la ciudad y puerto de Veracruz.
Al finalizar, la Directora General de la Editora de Gobierno, Elvira Valentina Arteaga Vega, extendió su reconocimiento a los participantes.
Patricio, Rodríguez Azueta, Sra. de Prada, Fabrizio Prada, Velázquez Arellano, a un lado del Foro al aire libre y del lago, en el campus de la Universidad Veracruzana, Unidad de Artes, Casa del Lago, Xalapa. Países invitados: Brasil y Nicaragua.
FLEET. EL CORONEL PELÁEZ
Prólogo del libro por Jaime Velázquez
En su anterior novela, Malo, Jorge Caretta hizo un recorrido por varios escenarios donde mostró personajes que no abundan en la literatura veracruzana. La vida se torna difícil para el joven protagonista conforme avanza la trama y vemos gente (oriundos del norte del estado) cuyas peculiaridades son descritas con realismo dramático. Novela-testimonio de una época cuyas raíces rompen el tiempo: el pasado sigue intacto en el presente, lo que constituye una crítica de las simulaciones del desarrollo, personal y social, como si la pintura de las fachadas de las casas en los pueblos pudiera hacernos olvidar un interior descolorido o tremebundo, donde late el corazón inmutable de sus habitantes.
En su anterior novela, Malo, Jorge Caretta hizo un recorrido por varios escenarios donde mostró personajes que no abundan en la literatura veracruzana. La vida se torna difícil para el joven protagonista conforme avanza la trama y vemos gente (oriundos del norte del estado) cuyas peculiaridades son descritas con realismo dramático. Novela-testimonio de una época cuyas raíces rompen el tiempo: el pasado sigue intacto en el presente, lo que constituye una crítica de las simulaciones del desarrollo, personal y social, como si la pintura de las fachadas de las casas en los pueblos pudiera hacernos olvidar un interior descolorido o tremebundo, donde late el corazón inmutable de sus habitantes.
En esta nueva novela, Fleet. El coronel Peláez, dos personajes
coinciden en una fiesta familiar y comparten estrategias y operativos, leemos
sobre el enfrentamiento de los habitantes de dos comunidades y un dirigente
cuyo don de mando es cuestionado y desemboca en uno de los conflictos. No menos
intenso es lo que preocupa al otro interlocutor, que ese día fue conociendo la
profundidad de las grietas en los muros que lo rodean, en su familia, en su
trabajo, en su propia identidad.
Estos dos personajes comparten fragmentos del conflicto
que mueve la novela y que permite el funcionamiento de la mirada crítica del
autor. Úrsula Ramos, en una nota sobre Malo en El Dictamen (12 de enero de
2013), destacó “los graves errores, injusticias más bien, que el gobierno ha
cometido no sólo ahí —en la sierra huasteca— sino en las diversas regiones
indígenas que figuran en nuestra geografía”.
¿Cuándo incluimos las frases ¡Qué horror! y ¡Por qué! en
nuestra cotidianidad? Olvidar quiere decir soportar y repetir asombros, en una
vida hecha por desgarraduras, acusaciones y perdones.
Nuestra memoria es víctima en un mundo de escándalos que
las agencias noticiosas proveen a los vendedores de publicidad. Estrellas no
son únicamente las personas movidas por poderosas maquinarias de promoción.
También son todo lo que aparece junto a accidentes, catástrofes y violencia,
desde toallas sanitarias hasta perfumes, desde rasuradoras y detergentes hasta
medicamentos. Las esquelas, los obituarios se reparten de acuerdo con el tamaño
de la presunta fama. Las víctimas de la hiperinformación somos quienes no sabemos
comprar silencio. Hay “dramas” todos los
días, pero el tiempo que hay para mostrarlo es poco, es caro. Incluso algo
“grande” es convertido en una noticia mínima porque hay más asuntos que tratar.
Como insecticida —el fleet— de uso extendido en los años
cincuenta, la comunicación colectiva (mata y ahuyenta) insectos mientras
alguien sirve platillos sin parar para los voraces consumidores —“publívoros”,
devoradores de imágenes y sonidos de publicidad—. Si no se acaban las plagas
—hay más hormigas que seres humanos—, sí aumenta la contaminación y provee de
pesadillas sin fin a los usuarios. En Fleet, una actriz, claro, una estrella,
tiene un accidente y es llevada a un hospital donde provoca un ciclón para
deleite de los reporteros, es una noticia que no puede desdeñarse.
La habilidad de Jorge Caretta para urdir e imbricar
historias luce en esta novela que bien podría llegar a ser una película de
éxito si nuestro cine tuviera más tiempo de pantalla.
Durante la presentación de la novela, en el Museo de la Ciudad de Veracruz, el jueves 8 de mayo, el autor se dirige al público. A su lado, María Luz Olivares Aldana, Ivonne Moreno Uscanga, Jaime Velázquez Arellano y Úrsula Ramos Ramírez.
Jorge Caretta es un charlista notable, con una memoria
que le permite mezclar con eficacia sus vivencias en el norte de Veracruz con
las prisas de las grandes urbes. La sirena que pudo haber soñado en Tuxpan es
también la sirena de una ambulancia que pasa por las calles donde un mar de
gente trata de llegar a los noticieros. Ver y ser visto.
En cuanto al fleet,
bajo los nombres y con las sustancias que estén de moda, no es necesario
subrayar las advertencias y limitaciones que se conocen sobre los peligros de
su uso y sobre todo por el abuso de aerosoles, asesinos del clima, éste cada
vez más deteriorado por ellos. Un final sorpresivo que terminará por unirnos a
todos.lunes, 5 de mayo de 2014
PERIODISMO Y CULTURA
Panorámica de los años recientes, el artículo de Jorge Alberto
González (ver aquí, o en facebook.com/Jorge Alberto González o en facebook.com/
jorge glezz ), y lo que falta es la frase que se me ocurre a cada paso en esta
vida lenta y encerrada, o veloz y abierta, aquí o fuera de aquí. Lo que falta
es el presente, incluso el nombre, que ya incluye la palabra Facebook.
En tiempos en que los periódicos se ocupaban de algunas
aportaciones de artistas —cuadros, libros, obras— e intelectuales —los propios
colaboradores de los medios, profesores universitarios—, uno no pensaba en lo
que falta, tiempo y espacio, y el porvenir, porque funcionaba el correr la voz
y las fiestas culturales eran cosa privada, de pocos amigos. Lo sigue siendo.
Cámaras, todos tienen un celular e informan a la velocidad de la luz;
micrófonos: la memoria es selecta y conserva y va desvaneciendo rostros y
actos, lo que se dijo, lo que se oyó, o bien el gusto: me gusta, ya no me
gusta. No se echa de menos el texto que falta y se rinde homenaje a la imagen.
La vida privada se ha estado haciendo pública en Facebook
porque se adjuntan fotos familiares junto a otros asuntos de interés —compartir
la lectura de una revista inabarcable: ¿de dónde sale tanta información? (allí
estaba, pero fuera de nuestro alcance); lo que se comparte es el asombro
momentáneo, que suplimos al rato siguiente—, invitaciones que son desatendidas
porque ocurren en muy diversos sitios al mismo tiempo y sigue quedando fuera el
texto, incluso los nombres de los personajes del álbum de fotos. Gana la vieja
práctica: tratar la información como nota de sociales, los rostros que
estuvieron presentes, la fiesta sin fin, las conversaciones tipo café, o
lechero; todo y nada, lo del día con una canilla que es plataforma de la
todología, el pasado como una gota salpicada en la mesa.
El acto llamado cultural —lo es— y social, convocado por
el acto artístico, sigue siendo un regocijo que no nos perdemos, a veces con
retumbos de política. Ahora va acompañado de fotografías y videos, música para
acompañar la lectura. En el mundo Facebook todos somos reporteros. Un lugar por
lo pronto fuera del alcance de los periódicos, que siguen seleccionando,
jerarquizando.
Jorge Alberto González levanta el dedo índice y clama por
historiadores, ¿clama en el desierto? No. Se para en una realidad difícil de fijar.
Antes, el papel periódico (guardado en microfilm, espero, en el Archivo General
de la Nación) permitía la investigación, siempre tardía. La pantalla donde
Facebook nos ilumina va acumulando material que será irrecuperable para los
investigadores comunes, que vuelven a buscar a los testigos (dice Jorge
Alberto), como si acabara de pasar el hecho, como si la memoria retuviera pelos
y señales, como si no dijera una cosa por otra. Material que siempre fue más
que el incluido en los periódicos y se vuelve nada en la memoria infiel. PERIODISMO
Y CULTURA
Panorámica de los años recientes, el artículo de Jorge Alberto
González (ver aquí, o en facebook.com/Jorge Alberto González o en facebook.com/
jorge glezz ), y lo que falta es la frase que se me ocurre a cada paso en esta
vida lenta y encerrada, o veloz y abierta, aquí o fuera de aquí. Lo que falta
es el presente, incluso el nombre, que ya incluye la palabra Facebook.
En tiempos en que los periódicos se ocupaban de algunas
aportaciones de artistas —cuadros, libros, obras— e intelectuales —los propios
colaboradores de los medios, profesores universitarios—, uno no pensaba en lo
que falta, tiempo y espacio, y el porvenir, porque funcionaba el correr la voz
y las fiestas culturales eran cosa privada, de pocos amigos. Lo sigue siendo.
Cámaras, todos tienen un celular e informan a la velocidad de la luz;
micrófonos: la memoria es selecta y conserva y va desvaneciendo rostros y
actos, lo que se dijo, lo que se oyó, o bien el gusto: me gusta, ya no me
gusta. No se echa de menos el texto que falta y se rinde homenaje a la imagen.
La vida privada se ha estado haciendo pública en Facebook
porque se adjuntan fotos familiares junto a otros asuntos de interés —compartir
la lectura de una revista inabarcable: ¿de dónde sale tanta información? (allí
estaba, pero fuera de nuestro alcance); lo que se comparte es el asombro
momentáneo, que suplimos al rato siguiente—, invitaciones que son desatendidas
porque ocurren en muy diversos sitios al mismo tiempo y sigue quedando fuera el
texto, incluso los nombres de los personajes del álbum de fotos. Gana la vieja
práctica: tratar la información como nota de sociales, los rostros que
estuvieron presentes, la fiesta sin fin, las conversaciones tipo café, o
lechero; todo y nada, lo del día con una canilla que es plataforma de la
todología, el pasado como una gota salpicada en la mesa.
El acto llamado cultural —lo es— y social, convocado por
el acto artístico, sigue siendo un regocijo que no nos perdemos, a veces con
retumbos de política. Ahora va acompañado de fotografías y videos, música para
acompañar la lectura. En el mundo Facebook todos somos reporteros. Un lugar por
lo pronto fuera del alcance de los periódicos, que siguen seleccionando,
jerarquizando.
Jorge Alberto González levanta el dedo índice y clama por
historiadores, ¿clama en el desierto? No. Se para en una realidad difícil de fijar.
Antes, el papel periódico (guardado en microfilm, espero, en el Archivo General
de la Nación) permitía la investigación, siempre tardía. La pantalla donde
Facebook nos ilumina va acumulando material que será irrecuperable para los
investigadores comunes, que vuelven a buscar a los testigos (dice Jorge
Alberto), como si acabara de pasar el hecho, como si la memoria retuviera pelos
y señales, como si no dijera una cosa por otra. Material que siempre fue más
que el incluido en los periódicos y se vuelve nada en la memoria infiel.
En poco más de dos meses que he andado en Facebook para
compartir lo que algunos artistas ofrecen como noticia importante, en espera de
testigos redactores, tengo un piadoso recuerdo del teléfono y sus limitaciones,
que no lo parecían, y tengo un gran susto por el futuro que se acerca a gran
velocidad, como un tren bala. Me sorprende la prisa con que los celulares hacen
posible una respuesta: me gusta, que nunca tuvo el teléfono porque había que
caminar hasta el sitio donde estaba llamándonos.
Mi felicidad es
gigantesca cuando accedo a varios periódicos al día, de varios países, en
segundos, que antes de esta época parecían un museo en el que nada pasaba más
que los turistas y para los asuntos que los periódicos consideraban de interés
general. Y lo que más busco en esos periódicos extranjeros y leo es la opinión
de los lectores, nuevos periodistas que, tímidos todavía, se esconden tras un
seudónimo, como quien quiere recuperar la apacible privacidad del teléfono de
pared. ¿Y el teletipo, el telex, el fax? No creo que pronto nos vayamos a
preguntar: ¿y Facebook?
En poco más de dos meses que he andado en Facebook para
compartir lo que algunos artistas ofrecen como noticia importante, en espera de
testigos redactores, tengo un piadoso recuerdo del teléfono y sus limitaciones,
que no lo parecían, y tengo un gran susto por el futuro que se acerca a gran
velocidad, como un tren bala. Me sorprende la prisa con que los celulares hacen
posible una respuesta: me gusta, que nunca tuvo el teléfono porque había que
caminar hasta el sitio donde estaba llamándonos.
Mi felicidad es
gigantesca cuando accedo a varios periódicos al día, de varios países, en
segundos, que antes de esta época parecían un museo en el que nada pasaba más
que los turistas y para los asuntos que los periódicos consideraban de interés
general. Y lo que más busco en esos periódicos extranjeros y leo es la opinión
de los lectores, nuevos periodistas que, tímidos todavía, se esconden tras un
seudónimo, como quien quiere recuperar la apacible privacidad del teléfono de
pared. ¿Y el teletipo, el telex, el fax? No creo que pronto nos vayamos a
preguntar: ¿y Facebook?
SUPLEMENTOS CULTURALES EN EXTINCIÓN
Columna De todo y más, Imagen de Veracruz, 30 de
abril 2014
Jorge A. González
Jorge A. González entre dos colegas, Claudia y Hugo
PRIMERA DE
DOS PARTES
El periodismo cultural es una especie en vías extinción. Muchos de los suplementos culturales de los periódicos han desaparecido y las propias secciones culturales adelgazan cada día más.
El periodismo cultural en México tiene un panorama difícil desde muchos flancos, desde el irrisorio 15 por ciento de la población que lee periódicos (13), hasta el reducido espacio que los medios de comunicación disponen para la información cultural.
El periodismo cultural es una especie en vías extinción. Muchos de los suplementos culturales de los periódicos han desaparecido y las propias secciones culturales adelgazan cada día más.
El periodismo cultural en México tiene un panorama difícil desde muchos flancos, desde el irrisorio 15 por ciento de la población que lee periódicos (13), hasta el reducido espacio que los medios de comunicación disponen para la información cultural.
Quince
años atrás, en la Ciudad de México existían siete suplementos culturales
insertos en los diarios de circulación nacional y local: “Sábado” (unomásuno), “La Jornada Semanal” (La Jornada), “Arena” (Excélsior), “La Crónica Dominical” (La Crónica de Hoy), “El Ángel” (Reforma), “El Semanario Cultural” (Novedades) y “El Gallo Ilustrado” (El
Día).
De todos estos suplementos nacionales en la actualidad sólo sobreviven tres: “La Jornada Semanal” (La Jornada), “Kiosco” (El Universal) y “Laberinto” (Milenio).
De todos estos suplementos nacionales en la actualidad sólo sobreviven tres: “La Jornada Semanal” (La Jornada), “Kiosco” (El Universal) y “Laberinto” (Milenio).
La
situación en el estado de Veracruz no es ajena a esta crisis. Hasta donde
pudimos investigar ubicamos en la ciudad de Xalapa sólo un suplemento cultural
llamado “El Jiribilla”, que se publica desde hace cuatro años en el Gráfico de Xalapa.
Hay que
deja claro que no debemos confundir el suplemento cultural con las páginas
culturales o secciones culturales, como por ejemplo la del Diario de Xalapa, que tiene una amplia tradición y que posee
información muy completa.
El
suplemento es un producto cultural que se inserta en el cuerpo de un medio
impreso, que cuenta con sus propios redactores sobre temas culturales a
profundidad, que van desde críticas, reseñas, artículos, ensayos y demás. Las
secciones culturales también son importantes, sólo que éstas forman parte del
cuerpo del diario y escritas por el personal del mismo.
Hablar de los suplementos culturales en la ciudad de Veracruz es algo complicado, sobre todo porque la historia del periodismo como tal no está documentada, y menos el cultural.
Hablar de los suplementos culturales en la ciudad de Veracruz es algo complicado, sobre todo porque la historia del periodismo como tal no está documentada, y menos el cultural.
Ni los
investigadores ni los periodistas nos hemos tomado el tiempo para hacerlo,
existen trabajos serios sobre la historia de la prensa en Veracruz, como medios
impresos en general más no especializados en cultura, o bien sobre algún medio
en particular que se dedicó a difundir la cultura, pero no hay una cronología
histórica de los suplementos culturales en la entidad.
Por esta
razón, los datos que enseguida comentaremos, fueron obtenidos de manera oral,
como resultado de pláticas breves sostenidas con personajes -de los últimos 50
años- que fueron protagonistas de la información cultural en esta ciudad.
Columna De todo y más, Imagen de Veracruz, 4 de mayo
de 2014
SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE
Al
conversar con la maestra y periodista Marcela Prado Revuelta, quien ejerció el
periodismo cultural por más de 45 años, nos habló de uno de los suplementos más
importantes de esta localidad con repercusión estatal.
Fundado en 1978, “El Correo” era un suplemento dominical encartado en las páginas del diario El Dictamen, y dirigido precisamente por Prado Revuelta. En este espacio colaboraron importantes figuras de la escena cultural de la ciudad, el estado y el país.
La periodista recuerda a personajes como Sergio Galindo, Juan Vicente Melo, Sergio Dorantes, Antonio Salazar Páez, Rafael Arriola Molina, Francisco Rivera Ávila, Roberto Williams, Humberto Aguirre Tinoco (Tlacotalpan) y Fernando Bustamante (Santiago Tuxtla).
En “El Correo”, con diez años de vida, se publicaron reseñas, críticas y artículos relacionados con la literatura, la música, el cine, el teatro, así como entrevistas con personajes de la ciudad.
Prado Revuelta menciona además que antes del suplemento que ella dirigió existía ya la plana “Remate Dominical”, publicado igualmente en el diario El Dictamen, con más de 45 años de existencia que escribió muchos años el ya fallecido José Pérez de León, “Popocha”, cronista y fotógrafo.
De acuerdo con la periodista Carolina Cruz Morales, en los años 80 existió un suplemento cultural llamado “Esquife” en el diario El Dictamen, en el cual fungió como colaboradora.
Al desaparecer este suplemento, ella propone a Don Fernando Fernández responsable de El Universal en el puerto, la creación de un nuevo producto cultural impreso, que fue llamado “Azul Marino”. Cruz Hernández, con el apoyo del desaparecido escritor y promotor cultural Eduardo Sansores, fue un suplemento en el que colaboran plumas locales como Ignacio García, Juan Joaquín Pérez Tejada, Jesús Garrido y Marisol Robles, por mencionar algunos.
Es para octubre de 1987 cuando nace, a propuesta de Carolina Cruz, el suplemento “Sólo para intelectuales” en el diario Notiver, bautizado así por su director general, don Alfonso Salces Fernández. En la publicación dominical se escribía sobre literatura, teatro, cine y música; primero comenzó con una página en el cuerpo del diario, y terminó con cuatro páginas más, siendo un suplemento, según la periodista.
En “Sólo para intelectuales” participaban los escritores y periodistas de base, quienes generaban contenidos para el suplemento, entre ellos: Ignacio García, José Luis Cerdán, Arturo García Niño, Juan Vicente Melo, quienes publicaban trabajos especiales para cada domingo.
Aunque también colaboraron plumas reconocidas como Emilio Carballido, José Luis Rivas, Luis Arturo Ramos, Esther Hernández Palacios y Renato Prada.
Otro de los protagonistas del periodismo cultural en la ciudad de Veracruz es el escritor y editor Jaime Velázquez Arellano.
Fue fundador y director -en 1997- del suplemento cultural “Viernes de cultura en Sur”, en el diario Sur, hoy Imagen de Veracruz. El producto cultural duró tres años, salía a la luz todos los viernes y ahí publicaron personajes de la cultura en la ciudad de Veracruz que hasta hoy son reconocibles como: Ivonne Moreno Uscanga, quien escribía sobre Artes Plásticas, y el poeta Jorge Hernández Utrera, quien hacía crónica de la vida cotidiana.
En las ocho páginas de “Viernes de cultura en Sur”, solían abordarse temas literarios, de las artes plásticas, artículos y reseñas.
En este espacio las páginas se abrieron también para otros autores como: Jesús Garrido, Gabriel Fuster y Juan Joaquín Pérez Tejada, así como otros escritores de las ciudades de Xalapa y Orizaba.
Otro suplemento que también cobijó el diario Sur en su momento fue Paliacate (1998), el cual dirigió el escritor Jorge Moch, sobre todo con reseñas y críticas de libros.
Plumas de ayerFundado en 1978, “El Correo” era un suplemento dominical encartado en las páginas del diario El Dictamen, y dirigido precisamente por Prado Revuelta. En este espacio colaboraron importantes figuras de la escena cultural de la ciudad, el estado y el país.
La periodista recuerda a personajes como Sergio Galindo, Juan Vicente Melo, Sergio Dorantes, Antonio Salazar Páez, Rafael Arriola Molina, Francisco Rivera Ávila, Roberto Williams, Humberto Aguirre Tinoco (Tlacotalpan) y Fernando Bustamante (Santiago Tuxtla).
En “El Correo”, con diez años de vida, se publicaron reseñas, críticas y artículos relacionados con la literatura, la música, el cine, el teatro, así como entrevistas con personajes de la ciudad.
Prado Revuelta menciona además que antes del suplemento que ella dirigió existía ya la plana “Remate Dominical”, publicado igualmente en el diario El Dictamen, con más de 45 años de existencia que escribió muchos años el ya fallecido José Pérez de León, “Popocha”, cronista y fotógrafo.
De acuerdo con la periodista Carolina Cruz Morales, en los años 80 existió un suplemento cultural llamado “Esquife” en el diario El Dictamen, en el cual fungió como colaboradora.
Al desaparecer este suplemento, ella propone a Don Fernando Fernández responsable de El Universal en el puerto, la creación de un nuevo producto cultural impreso, que fue llamado “Azul Marino”. Cruz Hernández, con el apoyo del desaparecido escritor y promotor cultural Eduardo Sansores, fue un suplemento en el que colaboran plumas locales como Ignacio García, Juan Joaquín Pérez Tejada, Jesús Garrido y Marisol Robles, por mencionar algunos.
Es para octubre de 1987 cuando nace, a propuesta de Carolina Cruz, el suplemento “Sólo para intelectuales” en el diario Notiver, bautizado así por su director general, don Alfonso Salces Fernández. En la publicación dominical se escribía sobre literatura, teatro, cine y música; primero comenzó con una página en el cuerpo del diario, y terminó con cuatro páginas más, siendo un suplemento, según la periodista.
En “Sólo para intelectuales” participaban los escritores y periodistas de base, quienes generaban contenidos para el suplemento, entre ellos: Ignacio García, José Luis Cerdán, Arturo García Niño, Juan Vicente Melo, quienes publicaban trabajos especiales para cada domingo.
Aunque también colaboraron plumas reconocidas como Emilio Carballido, José Luis Rivas, Luis Arturo Ramos, Esther Hernández Palacios y Renato Prada.
Otro de los protagonistas del periodismo cultural en la ciudad de Veracruz es el escritor y editor Jaime Velázquez Arellano.
Fue fundador y director -en 1997- del suplemento cultural “Viernes de cultura en Sur”, en el diario Sur, hoy Imagen de Veracruz. El producto cultural duró tres años, salía a la luz todos los viernes y ahí publicaron personajes de la cultura en la ciudad de Veracruz que hasta hoy son reconocibles como: Ivonne Moreno Uscanga, quien escribía sobre Artes Plásticas, y el poeta Jorge Hernández Utrera, quien hacía crónica de la vida cotidiana.
En las ocho páginas de “Viernes de cultura en Sur”, solían abordarse temas literarios, de las artes plásticas, artículos y reseñas.
En este espacio las páginas se abrieron también para otros autores como: Jesús Garrido, Gabriel Fuster y Juan Joaquín Pérez Tejada, así como otros escritores de las ciudades de Xalapa y Orizaba.
Otro suplemento que también cobijó el diario Sur en su momento fue Paliacate (1998), el cual dirigió el escritor Jorge Moch, sobre todo con reseñas y críticas de libros.
No podemos dejar de hablar de periodismo cultural en Veracruz sin mencionar a personajes claves, a quienes cito de manera dispersa:
Stuardo Ximénez, quien llevó el periodismo cultural a la radio, en Notiver-Radio y más tarde en Notiver -escrito.
El maestro, político y escritor Rafael Arreola Molina, quien como periodista escribió temas de cultura para el diario El Dictamen.
Gema Odila, quien promovió la literatura en las páginas de El Dictamen, también en su calidad de promotora cultural y como integrante del Club de Escritoras Veracruzanas.
José Peña Fentanes, Antonio Salazar Páez y Francisco Rivera Ávila “Paco Píldora”, los tres quienes dirigieron el Archivo Histórico de la Ciudad de Veracruz; personajes que publicaban para medios impresos sus crónicas sobre el acontecer popular.
Aquí debemos destacar que la décima, de origen netamente literario, fue llevada a niveles informativos-noticiosos precisamente por “Paco Píldora” y Rodrigo Gutiérrez Castellanos, quienes enviaban sus versos sobre el acontecer cotidiano a los diarios locales para su publicación periódica.
Como podrán darse cuenta, es necesaria una investigación detallada y completa ya sea desde la investigación histórica o periodística para documentar el poco o mucho periodismo cultural que se ha realizado en esta ciudad con 495 años de historia.
Hoy es de gran importancia saber cuándo se hizo por primera vez periodismo cultural en Veracruz tal como lo propuso Fernando Benítez, precursor del mismo en México.
Sería de gran aporte conocer cuánto espacio estaba disponible para los productos culturales; cuáles eran sus cualidades discursivas, quiénes eran las plumas protagonistas y los temas recurrentes.
Creo que rescatar la memoria del periodismo cultural en la ciudad de Veracruz es justo no sólo como contribución a la historia de esta profesión, sino para sentar las bases y generar nuevos productos de divulgación cultural que quizá no tengan que ser necesariamente en el papel sino a través de las nuevas tecnologías y redes sociales.
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