Ojalá haya más actividades por los poetas muertos y pronto se establezca un
equilibrio entre el pasado y el presente de la literatura mexicana. El dolor
por la pérdida de un ser querido actúa como un gas que eleva sus cualidades.
Luego se instala el olvido, el ausente vuelve a tierra, aunque los sentimientos
de cariño y aprecio permanecen en la memoria, donde ocupa un lugar justo, junto
a otros miles de recuerdos que vamos guardando.
Sostenidos por la figura de Octavio Paz, como a una vejiga inflada, el presidente del Senado mexicano, Raúl Cervantes Andrade, la presidente de la Comisión de Cultura del Senado, Blanca Alcalá, y un número indeterminado de senadores mexicanos, volaron a Madrid para asistir el martes 27 de mayo a un homenaje por el centenario del nacimiento del poeta en la Casa de América, donde también estuvieron Roberta Lajous, la embajadora de México en España, un funcionario de Conaculta, el ex presidente español Felipe González, los escritores Fernando Savater, el chileno Jorge Edwards y otras estrellas. En México, el secretario de Relaciones Exteriores también dijo palabras amables, que extiendo para abarcar al que tuvo el mérito de contratar al joven Paz, el tabasqueño José Gorostiza, y a otros poetas que han tenido la fortuna de ser representantes de México, como por ejemplo Marco Antonio Montes de Oca.
Es bueno que se hable de los creadores literarios. Las palabras que se digan serán parte de nuevos volúmenes, junto a las cartas, los diarios, los papeles encontrados (yo guardo varios recados de Paz que son parte de la crónica de la revista Vuelta, que fundó y dirigió, y dedicatorias en libros). Pero, sin faltarle el respeto a nadie, prefiero los libros formados por las ponencias de los académicos, por las tesis de los estudiantes, donde los elogios y las anécdotas que son del gusto de los periodistas ocupan un espacio minúsculo.
En la ciudad de Veracruz también se están dando sesiones de homenaje a Octavio Paz, muy merecidas. Mi padre nació unos años antes que Paz y sus hijos y nietos anotamos algunos episodios de su vida que circulamos, con fotos incluidas, entre toda la familia, pensando sobre todo en los bisnietos que no lo conocieron.
Con Paz, y con casi todos los escritores del mundo, siempre habrá reuniones académicas que no estén sostenidas por vejigas, que regresan de vuelta a la tierra mostrando su precariedad. Después del nivel de primera lectura (hay quienes están descubriendo las obras de Paz de hace setenta años), después del empujón de los periodistas, podrá discutirse, por ejemplo, por qué la prosa magistral de Paz dejó en la orilla la crítica profesional de las artes plásticas, que tiene lo suyo, ¡vaya que sí!, y cuyos protagonistas son apreciados por poca gente.
Sostenidos por la figura de Octavio Paz, como a una vejiga inflada, el presidente del Senado mexicano, Raúl Cervantes Andrade, la presidente de la Comisión de Cultura del Senado, Blanca Alcalá, y un número indeterminado de senadores mexicanos, volaron a Madrid para asistir el martes 27 de mayo a un homenaje por el centenario del nacimiento del poeta en la Casa de América, donde también estuvieron Roberta Lajous, la embajadora de México en España, un funcionario de Conaculta, el ex presidente español Felipe González, los escritores Fernando Savater, el chileno Jorge Edwards y otras estrellas. En México, el secretario de Relaciones Exteriores también dijo palabras amables, que extiendo para abarcar al que tuvo el mérito de contratar al joven Paz, el tabasqueño José Gorostiza, y a otros poetas que han tenido la fortuna de ser representantes de México, como por ejemplo Marco Antonio Montes de Oca.
Es bueno que se hable de los creadores literarios. Las palabras que se digan serán parte de nuevos volúmenes, junto a las cartas, los diarios, los papeles encontrados (yo guardo varios recados de Paz que son parte de la crónica de la revista Vuelta, que fundó y dirigió, y dedicatorias en libros). Pero, sin faltarle el respeto a nadie, prefiero los libros formados por las ponencias de los académicos, por las tesis de los estudiantes, donde los elogios y las anécdotas que son del gusto de los periodistas ocupan un espacio minúsculo.
En la ciudad de Veracruz también se están dando sesiones de homenaje a Octavio Paz, muy merecidas. Mi padre nació unos años antes que Paz y sus hijos y nietos anotamos algunos episodios de su vida que circulamos, con fotos incluidas, entre toda la familia, pensando sobre todo en los bisnietos que no lo conocieron.
Con Paz, y con casi todos los escritores del mundo, siempre habrá reuniones académicas que no estén sostenidas por vejigas, que regresan de vuelta a la tierra mostrando su precariedad. Después del nivel de primera lectura (hay quienes están descubriendo las obras de Paz de hace setenta años), después del empujón de los periodistas, podrá discutirse, por ejemplo, por qué la prosa magistral de Paz dejó en la orilla la crítica profesional de las artes plásticas, que tiene lo suyo, ¡vaya que sí!, y cuyos protagonistas son apreciados por poca gente.
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