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domingo, 7 de diciembre de 2014

DESFIGUROS DE ENRIQUE KRAUZE EN LA FIL GUADALAJARA

[Nota. Al día siguiente de la redacción y publicación en Facebook del artículo que sigue, El País dio a conocer un libro: “¡En qué estaría yo pensando!”, que lleva el subtítulo “30 periodistas de El País explican sus peores fallos”, 4 de diciembre. Es de reconocer la importancia de esta acción, un primer paso ejemplar en la dirección correcta.]

Hace falta una oficina que se encargue de multar a los entrevistados o colaboradores de periódicos que mientan o que den pistas falsas o fraudulentas a los lectores, también debería haber una modalidad de seguros que proteja a los dueños y directivos de los periódicos por incluir informaciones dañinas. Habría una gran excepción: los políticos, ya que es sabido que su trabajo consiste en abusar de la imprecisión del lenguaje y en ser malabaristas de palabras que suenan bien y que no dicen nada. Gran solución ha sido abrir una sección de comentarios de los lectores en algunos periódicos y la apertura de un cubículo para el defensor del televidente en algún canal. Mientras mejora la relación medio-lector, los afectados seguiremos quejándonos en balde, sin poder enviar sugerencias como sería esta: “Ahórrenos la publicación de una entrevista con el señor fulano de tal”. O, “cuidado con los mitómanos”.

Varias personas intervienen en la publicación de una noticia, el encargado de agregarla en el periódico y darle un lugar, el diseñador, etc. Ayer El País publicó una nota de Verónica Calderón con el señor Enrique Krauze, que andaba por la Feria del Libro de Guadalajara. Pero, ¿fue ella la que escribió el encabezado: “Krauze: ‘Decir que Octavio Paz era de derechas es una barbaridad’.” ¿Fue ella la que redactó una pequeña entrada para atraer a los lectores: “El historiador y escritor reivindica la figura del único Premio Nobel de Literatura mexicano en el centenario de su nacimiento”. ¿Ella destacó entre párrafos lo siguiente: “Paz quería un diálogo con la izquierda, lo pidió siempre y se murió pidiéndolo”? Yo creo que eso lo hizo un encargado de la redacción, un editor.
Según Calderón, Krauze dijo que Paz “se puso sobre los hombros una tarea que se antoja titánica: sumergirse en la psicología del mexicano e intentar descifrarla. El resultado es El laberinto de la soledad, un ensayo meticuloso, doloroso, fascinante y majestuoso.”
En México sabemos que Paz no fue el iniciador de esta labor y que no fue el único. Antes que él hubo otros escritores iniciadores y que hicieron aportaciones, más de veinte años antes que Paz. Lo que sí puede decirse es que el ensayo de Paz es el más conocido, el más leído, y que a ello ha contribuido el quehacer de Paz como poeta, comentarista político y de artes plásticas, director de dos revistas: Plural y Vuelta. Tan es sabido, que Verónica Calderón en su transcripción de la conferencia de Krauze anotó que éste dijo: [la psicología del mexicano] es “un campo minado del que muy pocos han conseguido salir indemnes. Y que ninguno ha descifrado con la maestría de Paz”. En ese “muy pocos” y en ese “ninguno” están los autores que han escrito sobre el mismo tema, antes y después del ensayo de Paz. Yo agregaría que todos, incluso Paz, han contribuido a “descifrar” algo que en esencia es indescifrable pues no se han usado con rigor las herramientas que hoy tienen a su disposición antropólogos, sociólogos y otros académicos. Además, hay que recordar que la formación de Paz fue la de un abogado y que muchas de sus afirmaciones son más poesía que ciencia.

Cito un párrafo, que evidencia que no es fácil sintetizar una conferencia:

“Krauze también dejó claro que Paz ‘siempre votó socialista’ y que le horrorizaba el American Way of Life. Que, “a diferencia de Mario Vargas Llosa”, era un liberal en las ideas sociales (libertades en ideas y políticas), pero que fue siempre un crítico contra el capitalismo salvaje. Pese a que los críticos de Paz enfatizan su cercanía con los Gobiernos priistas al final de sus días, que aplicaron en México feroces políticas económicas neoliberales, mancha su figura.” [sic]

En México el voto es secreto y además no importa. ¿Qué quiere decir Krauze con la frase “votó socialista”, acompañada de un siempre, como si setenta años hubiera habido un partido que representara la vía socialista. El Partido Comunista, en los años 30, 40, era clandestino, no estaba en las boletas electorales. Hubo varios partidos que estuvieron a la izquierda del Partido Acción Nacional (PAN).
¿”Siempre fue un crítico del capitalismo salvaje”? No. Simpatizó con los republicanos españoles, estuvo en España en un Congreso de Escritores Antifascistas, fue amigo de Pablo Neruda, con quien tuvo diferencias y nunca volvió a hablar. Escribió en Los Ángeles su ensayo El laberinto… cuando trabajó con el primer gobierno civil postrevolucionario, el de Miguel Alemán Valdés, donde es posible que haya estado del lado izquierdo del Presidente pero no tanto como la gente del Partido Comunista.
Aquí hay que intercalar el viaje a la Unión Soviética que hizo André Gide y que estudió a fondo en un libro Alberto Ruy Sánchez. Gide regresó horrorizado de la URSS y sonó la alarma: estaba muy mal lo que pasaba allá. Paz entonces se alejó más de la izquierda. Cuando Paz se cansó de escribir sobre la URSS, volteó la pluma para criticar el capitalismo.  
El acercamiento de Paz al PAN ocurrió con la ayuda de Enrique Krauze, que fungió como intermediario. No es verdad que “los críticos de Paz enfatizan su cercanía con los Gobiernos priistas al final de sus días”. Paz se acercó al PAN, aceptó su ayuda, pero no cortó sus relaciones con los gobernantes priístas.
Debido al incendio en el departamento-biblioteca de Paz, éste se trasladó a Coyoacán, a una casa que le facilitó un presidente priísta. La frase “donde vivía” es imprecisa, debe decirse “donde terminó su vida”. A él le gustaba vivir en un departamento en la calle Guadalquivir, casi esquina con Paseo de la Reforma, y debido al incendio tuvo que mudarse a Coyoacán, donde murió.
Krauze estuvo en medio de la ruptura de la amistad de Fuentes y Paz, al publicar en una revista de Estados Unidos una recensión crítica contra Fuentes y que publicó también en Vuelta. Fuentes no perdonó a Paz que permitiera tal cosa en una revista que debe haber considerado como su propia casa. El episodio importa para señalar que Fuentes, que tampoco fue de izquierda, estaba más cerca de este lado que Paz, que cada vez estaba más del lado de la derecha panista.
Finalmente, decir que Paz “buscó el debate con el otro de manera incansable, “y que murió buscándolo y se le ninguneó”, que “Paz era de derechas es una barbaridad” y que Paz “lo que quería era un diálogo con la izquierda, lo pidió siempre y se murió pidiéndolo”, son imprecisiones, lamentables en un historiador. Sí buscaba el debate, pero la mayoría de los que podían haberlo aceptado estaban del lado izquierdo, en cualquiera de sus puntos, más cerca o más lejos de Paz. Que eso era “ninguneo, puede ser, pero el propio Paz lo practicó en su revista, y seguro que Krauze lo hace actualmente en su revista, para mantenerla libre de impurezas. Es patético decir que Paz murió pidiendo un diálogo con la izquierda, que siempre lo pidió. Paz no buscó a Neruda. Neruda no buscó a Paz. No creo que Paz se haya enfermado por el fin de esa amistad y de ninguna otra que podamos recordar. A Paz le gustaba polemizar, discutió con Carlos Monsiváis en la revista Proceso. Jorge Aguilar Mora escribió un libro criticando ideas de Paz. Tarcisio Herrera Zapién criticó el estudio de Paz sobre Sor Juana. En fin, pudo haber temas más importantes que discutir que las opiniones políticas de Paz.

Y no es una barbaridad decir que Paz viajó de la izquierda de su juventud a la derecha de sus incesantes ataques a la revolución cubana, de su perdón a Luis Echeverría Álvarez, en su madurez, de su apoyo al panismo en su vejez.

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