Complemento a la nota sobre Fabio Morábito publicada aquí el 15 de marzo, transcribo este párrafo de Conrad, que puede servir a los periodistas para hacer más literarios sus textos, ya que el periodismo primero fue un arte de la escritura.
“La señora de Viola era también italiana, natural
de Spezia, y, aunque bastante más joven que su marido, era mujer ya de edad
madura. Era de rostro hermoso, que había tomado un tinte amarillo, porque no le
probaba bien el clima de Sulaco. Tenía una voz de hermoso contralto, bien
timbrada. Cuando, cruzados reciamente los brazos sobre su amplio pecho, reñía a
las regordetas chinas, que trabajaban en el arreglo de la ropa blanca, o pelaban
las aves destinadas a la cocina, o machacaban maíz en morteros de madera en las
casetas de barro situadas detrás de la casa, lo hacía emitiendo una nota de tan
apasionada, vibrante y dolorida expresión, que el perro de guarda, atado a un
cuchitril, daba un salto sacudiendo rumorosamente la cadera. Y Luis, el mulato,
de piel color canela, bigote incipiente y gruesos labios negruzcos, suspendía
su faena de barrer el café con una escoba de hojas de palma, sintiendo correr
un suave escalofrío a lo largo de su espalda, mientras sus lánguidos ojos de
almendra permanecían cerrados en prolongado transporte.”
Nostromo, relato de un litoral. Joseph Conrad. Unam,
México, 1970. 1a. ed. 1946. Prólogo de Sergio Pitol. Traducción de Juan Mateos
de Diego. Pág. 29
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