Recuperado el aliento, y acompañados de don Quijote y Sancho, encontramos un cojín y una maleta, "medio podridos o podridos del todo, y deshechos; mas pesaban tanto, que fue necesario que Sancho se apease a tomarlos, y mandóle su amo que viese lo que en la maleta venía. Hízolo con mucha presteza Sancho; y aunque la maleta venía cerrada con una cadena y su candado, por lo roto y podrido della vio lo que en ella había..." (parte i, capítulo xxiii).
Así, pues, continuamos el viaje, los mismos y diferentes. Sin anuncios y con pretensiones literarias.
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