TEXTO INICIAL DE HOMENAJE, PUBLICADO AQUÍ EL 16 DE ENERO
El ruido que habrá este año por
varios centenarios de nacimiento de escritores puede desviar nuestra atención
de autores que son relevantes en la corriente de la literatura en español de la
segunda mitad del siglo xx. Y hay libros que los lectores de hoy no recuerdan o
no conocen. Proponemos la búsqueda, en bibliotecas o mercados de segunda mano,
de libros que estuvieron al alcance de los lectores. Una primera edición vale
hoy más que en el tiempo su publicación. Y sólo los coleccionistas saben su
precio actual, sólo algunos lectores recuerdan lo que dijo Huerta en 1965. El
dibujo de la portada es un autorretrato del poeta.
Aquellas conferencias, aquellas
charlas
Instituto Cultural Hispano
Mexicano, 1965.Prólogo de Mónica Mansour Textos de Humanidades 35Difusión
cultural, UNAM, 1983, 113 págs.
TEXTOS PUBLICADOS EN ABRIL EN FACEBOOK: pcsur.veracruz
Absoluto amor es el título del primer libro de
Efraín Huerta, de 1935, y es el poema que cierra el libro:
Como una limpia mañana de besos morenos /
cuando las plumas de la aurora comenzaron / a marcar iniciales en el cielo.
Como recta / caída y amanecer perfecto. // Amada inmensa / como un violeta de
cobalto puro / y la palabra clara del deseo. // Gota de anís en el crepúsculo /
te amo con aquella esperanza del suicida poeta / que se meció en el mar / con
la más grande de las perezas románticas. // Te miro así / como mirarían las
violetas una mañana / ahogada en un rocío de recuerdos. // Es la primera vez
que un absoluto amor de oro / hace rumbo en mis venas. // Así lo creo te amo /
y un orgullo de plata me corre por el cuerpo.”
Con los poemas de ese libro, Efraín Huerta
toma distancia de la poesía del pasado y abre nuestro tiempo actual.
Para 1944, Rafael Solana, nacido en la ciudad
de Veracruz e inmigrante en la capital del país, escribió un prólogo, con
recursos que haría suyos (manierismo crítico) el joven Octavio Paz. El libro se
llamó Los hombres del alba, y fue el tercero de los poemarios de Huerta. Allí,
Solana muestra su entusiasmo:
“… Efraín Huerta aparece como un altísimo
poeta, de grandes vuelos, de vigorosa personalidad, de exquisita pureza, de
novedad sorprendente. […] carece por completo del sentido del humor; es el más
duro, el más inflexible, el más sin sonrisa de todos nuestros poetas […] Es el
poeta sin sonrisa, el poeta despiadado, y, sin embargo, no es un poeta triste,
ni un poeta amargo, ni un poeta de lo sucio y lo bajo…”
Hay que seguir
poniendo fechas y edades. Rafael Solana nació en agosto de 1915, un año y días
después de Huerta. Fundador de revistas e impulsor de las letras mexicanas,
Solana publicó los tres primeros libros de Huerta. Agrego el fragmento de una
nota de Claudio R. Delgado (Siempre!, 12 de agosto de 2011):
“De entre los
miembros de Taller, esencialmente poetas y ensayistas,
Rafael Solana fue el que dejó una abundante producción narrativa, y quien a
fines de 1938 invitó a comer a Efraín Huerta, a Quintero Álvarez y a Octavio
Paz, con el fin de comunicarles su decisión de transformar Taller poético
[1936] en una ‘revista literaria más amplia en la que se publicasen
también cuentos, ensayos, notas críticas (como se venía haciendo ya desde la
anterior revista) y traducciones.”
La nueva
revista se llamaría Taller [1938].
Hacia el final
del prólogo anotado arriba, Solana escribió:
“Efraín Huerta
es uno de los poetas más puros, más finos, más elevados, y de calidad más
exquisita entre todos los mexicanos, y quedará clasificado como uno de los
espíritus poéticos más delicados de nuestro tiempo.”
Entonces Huerta
tenía 29 años y Solana 28.
Destaco
entonces la intervención de la fortuna. Huerta nació en Guanajuato; Solana, en
Veracruz. Coincidieron en la entonces pequeña ciudad de México. Ambos hicieron
de su futuro un tiempo que les debe mucho. Uno fue poeta, y padre de poetas
(David y Raquel); el otro fue un dramaturgo que deberíamos recordar.
MEMORIA, OLVIDO
Uno debe anotar todo lo que pueda de lo que
vive, lo de adentro y lo de afuera. Quizás nada le sirva a otras personas, y
qué tal que sí, porque quede allí algo que completa la vida de otra persona.
Por lo pronto, Pablo Neruda y Efraín Huerta no ayudan. Y los historiadores, los
que están ocupados en otros temas no cuentan, van publicando las
investigaciones que les llevan años, becas y congresos, y los que faltan, que
prefirieron estudiar profesiones bien remuneradas, quedan huecos inmensos.
En el capítulo siete del libro de memorias de
Pablo Neruda, Confieso que he vivido, publicado pocos meses después de su
muerte por Matilde Neruda y Miguel Otero Silva, quienes “cuidaron la ordenación
definitiva del original” en 1974, titulado “México florido y espinudo”, el
poeta escribe sobre los años 40: “Mi gobierno me mandaba a México”. Vino como
cónsul. Copio unas cuantas líneas:
“La vida intelectual de México estaba dominada
por la pintura.”
“El México de aquel tiempo era más pistolista
que pistolero. Había un culto al revólver, un fetichismo de la ‘cuarenta y
cinco’. Los pistolones salían a relucir constantemente.”
“La sal del mundo se había renido en México.
Escritores exilados de todos los países habían acampado bajo la libertad
mexicana, en tanto la guerra se prolongaba en Europa.”
[Aclara, página 223, el porqué de su
apellido.]
“Llegaban a mi casa los españoles Wenceslao
Roces […] y León Felipe, Juan Rejano, Moreno Villa […] Todo esto llenaba a
México de un interés multinacional y a veces mi casa, vieja quinta del barrio
de San Ángel, latía como si allí estuviera el corazón del mundo.”
“Terminé por fatigarme y un día cualquiera
renuncié para siempre a mi puesto de cónsul general”
“Además me di cuenta de que el mundo mexicano,
reprimido, violento y nacionalista, envuelto en su cortesía precolombiana,
continuaría tal como era sin mi presencia ni mi testimonio. Cuando decidí
regresar a mi país comprendía menos la vida mexicana que cuando llegué a
México.
Las artes y las letras se producían en
círculos rivales, pero hay de aquél que desde afuera tomara partido en pro o en
contra de alguno o de algún grupo: unos y otros le caían encima.”
“Todo podía pasar, todo pasaba. El único
diario de la oposición era subvencionado por el gobierno. Era la democracia más
dictatorial que pueda concebirse.”
[Páginas 213 – 231]
El género memorias, a juzgar por estos
pasajes, requiere un esfuerzo que pocos están dispuestos a hacer, porque habría
que anotar en un diario los pequeños sucesos de cada día, de donde saldrá el
dato que ayudará al propio autor o a quienes quieran convertirlo en parte de
libros muy necesarios.
En el libro de fotografías y papeles de Efraín
Huerta hay un cartel de 1942 que invita a participar en un homenaje a los
defensores de Stalingrado, un martes 29 de septiembre, organizado por varios
sindicatos. A los oradores Roberto Ocampo González, Juan Manuel Elizondo, José
Mancisidor, acompañarían dos poetas: Pablo Neruda y Efraín Huerta. Dato
curioso, se pedían 50 centavos para entrar.
El cartel que acompaña la foto que reprodujimos
aquí, ayer, dice “Homenaje al poeta Pablo Neruda de los artistas y escritores
de México. Recital y protesta. Teatro del Sindicato Mexicano de Electricistas”
Los nombres de los poetas que participarían son: Enrique González Martínez,
Carlos Pellicer, Xavier Villaurrutia, Juan Rejano, Clemente López Trujillo y
AlíChumacero. Los nombres que están bajo la palabra “Protesta” son: Alfonso
Reyes, José Mancisidor, Andrés Henestrosa, Efraín Huerta, Roberto Gómez Araujo,
José Revueltas. Abajo hay más de cien nombres de artistas y escritores que se
adhieren al acto y la leyenda: “Se suplica asistencia puntual a causa de las
limitaciones en el cupo del teatro”. También participarían Princesa Nicté-Ha y
Pituka de Foronda. Fecha: jueves 12 a las 20:00 hrs. No dice mes ni año. Pero
Mónica Mansur anotó la fecha: 1948.
En una nueva inserción recordaremos a Lázaro
Cárdenas y a Heriberto Jara Corona, por lo que adelantamos las fotos, aquí
arriba.
JAIME SABINES, EFRAÍN HUERTA
UN GRANDE CON UN GRANDE
“A mí me da mucho gusto participar en un
homenaje público a Efraín Huerta. Hace mucho tiempo que mi amistad le rinde
homenaje cotidianamente. El hecho de ser uno de los mejores poetas de México no
ha sido obstáculo para que sea también un hombre generoso y limpio, de dulce
corazón, dulcísimo. No quiero decir que Efraín esté emparentado con las melazas
tradicionales. Afortunadamente es inteligente y tiene un gran sentido del
humor. Creo que esto es lo que ha aportado a la poesía mexicana: inteligencia
sensible y caliente, humor lleno de salud, además de ser un combatiente y de
ponerse rabioso algunas veces, es sobre todo, a lo largo de sí mismo, un hombre
ensimismado, abismado, abrumado. Es gentil en la ternura y elegante y discreto
en la desesperación. Pocas veces he visto a un hombre tan bien educado, tan
contenido, tan aboradado. Pone su altura al ras, su profundidad
a flor, su extensión a la mano. Nunca lo he visto gimotear ni ofender, pero sí
constantemente, apiadarse.
Ando desnudo de tanto dar el alma, y es frágil
y es comestible como un buen trozo de pan. Todas las mujeres se enamorarían de
Efraín si no fuese tan feo el pobrte. Le faltó un retrato que envejeciera y aun
así… Pero los hombres, ninguno que lo conozca, puede evitar quererlo. Es una
vacina, y al mismo tiempo, es una espada de cristal, una hoja de alegría
punzocortante ya.
Los años felizmente no lo han llevado a la
serenidad. La experiencia en él no es amargura. El conocimiento no es
resignación. Sigue siendo tan joven, tan incipiente, tan principiante de todo,
que uno piensa a veces que es su propio hijo., Que bueno que salga de sus
mismos escombros como una rata voladora o un dios arrastrándose o un ave
desplumada. Siempre he pensado en el ave fénix como en un pajarraco muy jodido
y muy terco.
Ojalá que esta declaración de amor le sirva a
nuestro Efraín como un buen trago. Un cosquilleo caliente en el estómago le
quita a uno un buen rato el frío y la soledad."
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