Por 35 pesetas (quién
sabe cuántos euros de hoy, allá, pesos de acá), los viandantes, rumbo al
trabajo, en México y otros países, o en la tarde, al ir a casa, se detenían en los puestos de
periódicos y revistas a comprar novelas populares de Bruguera. Descendientes de
los lectores de Alejandro Dumas, Julio Verde, Salgari, quienes compraban la
colección Calibre 44 eran también consumidores de películas de EU. Ir al cine o
comprar novelas de menos de cien páginas (10.5 cm. x 15 cm.; tipografía de 10
puntos) eran equivalentes. Y es más durable la lectura que ver la película.
Bruguera producía otras
colecciones: Bufalo serie roja, Bisonte serie azul, y otras, como Calibre 44.
La número 505 llevaba por título Manos
inquietas. La 1385 de Bufalo: El
mejor Colt de Arizona, la 490 de Bisonte: El lenguaje de las armas.
Publicaciones semanales, la
número 506 de Calibre 44 fue Río
Sacramento y su autor, un español, Marcial Lafuente Estefania. En la página
legal de ésta, el copyright informa que pertenece a Francisco Bruguera, 1958, y
que fue impresa en Barcelona la cuarta edición, de mayo de 1980, que llegó a
mis manos como resultado de un arreglar libreros y cajas en casa de una familia
amiga.
Me llamó la atención un
preámbulo de corte histórico y geográfico del autor que cita de pasada el
“tratado de Guadalupe, realizado el 2 de febrero de 1848, por el que California
pasaba a la Unión”. Y en donde, unos párrafos después, Lafuente agregaba:
“Fue en realidad el oro lo
que colonizó a California; por eso se les llama a los colonizadores de este
territorio, Estado más tarde, ‘californianos de 1849’.
“Y como consecuencia de este
hecho, el río Sacramento, en cuya cuenca, esparcidos en sus tributarios,
aparecían los ‘placeres’, pasó a ser el más importante de la Unión. Y la ciudad
de Sacramento, con San Francisco en aquella época, conquistaron justamente los
títulos de ciudades del vicio y del crimen, solamente igualada en la historia
de la Unión por los gangsters de
Chicago, sesenta años después surgidos por la célebre ley de Volstead, más
conocida por la ‘ley seca’.
“Los tahúres y ventajistas de
toda laya sabían aprovechar el esfuerzo ajeno sosteniendo con sus armas la
razón de sus argucias o trampas, cuando éstas eran descubiertas.
“De lo que estas ciudades
eran en aquella época es mucho lo que todos los autores* del Oeste hablamos de
ello; no insistiré, pues, en este aspecto, que menciono sólo como premisa que
conduzca a consecuencias que justifiquen algunos pasajes de esta novela, cuya
acción se desarrolla, en gran parte, en Nevada.”
Y sigue, don Marcial
Lafuente, que nació en 1903 y murió hace treinta años, en agosto de 1984. Y entendemos nosotros la
continuidad del gusto del gran público por series policiacas de televisión y
los escenarios de casinos y tahúres en Las Vegas, Nevada. Los datos
impresionantes de la labor de Lafuente son semejantes a los de Corin Tellado, y
no alcanzables por escritores en apariencia populares, como Vargas Llosa y Benedetti. Lafuente escribió
más de 2 mil 600 títulos en cuarenta años de trabajo, con tiradas de 30 mil
ejemplares que se leían en América y España. Sus hijos siguen su labor, como Federico Lafuente.
Voy a leer esta novela de don Marcial, para conocer a los antepasados pensados en España de los actuales
estadunidenses de California. Se han extinguido por fin las películas y series del
viejo Oeste, ¿qué alejó a productores y público de esa etapa histórica?
*¿Quiénes y cuántos eran y son los escritores que dice Lafuente?
El anuncio de la contraportada de Río
Sacramento dice:“El suspense más ‘insoportablemente
atroz… El misterio más apasionante… La acción más desencadenada… Hallará todo
ello en los relatos policiacos de la popularísima colección Punto Rojo. ¡Reserve
con tiempo su ejemplar!”
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