Al leer el artículo de Diego Giménez en el periódico catalán http://www.lavanguardia.com/ (22 de abril), “Librerías de barrio, almacenes de cultura”, retomé, como casi a diario, un lamento: en Veracruz no hay librerías. O sí hay, la de la Plaza de Armas, financiada por oficinas del gobierno federal, y una que acaba de abrir, La rueca de Gandhi, en 20 de noviembre, por la zona del Hospital General. (Otra librería, La Científica, está especializada en libros escolares.) Y entonces tiene uno que agregar otros lugares donde puede uno encontrar libros, en las dos sucursales de los restaurantes, farmacia y tiendas de regalos Sanborns y Vips, y en pequeños espacios de tiendas como Chedraui, Mega, Soriana, Walmart, donde envejecen las revistas de la semana, quincena o mes y unos cuantos libros que parecen el último suspiro, con precios “castigados” antes de ser enviados al incinerador.
No hay que quejarse. Sí hay librerías, no todas las que son necesarias, en más zonas de la ciudad, no hay todos los libros que sabemos se imprimen todos los días en América Latina y en España. No hay que lamentarse, los lectores compran libros a través de Internet que tardan en llegar de la ciudad de México dos días, de Estados Unidos, un poco más. Y está el cine. A la gente le gusta ver libros resumidos e interpretados en películas.
Por el artículo de Diego Jiménez recuerdo que el año pasado tratamos de propiciar diálogos entre los autores y los lectores en el Instituto de Cultura del Boca del Río. Cancelamos la idea porque hay que salir a carretera, si uno vive en la ciudad de Veracruz o en la parte del municipio de Boca del Río colindante. La noche que estuvieron Hindra Ceballos López, poeta, y Miguel Salvador Rodríguez Azueta, novelista, no estuvieron ni sus invitados. Luego les tocó el turno a varias autoras, María Luz Olivares, Glenda Castillo, Úrsula Ramos y otras, quienes prefirieron leer. Otro miércoles estuvieron un narrador y editor, Raúl Hernández Viveros, y una promotora cultural, Ysabel Ramírez. Y nada. Así que cancelamos.
Entonces leo que Vila-Matas dice que hablar de Joyce debe ser como hablar de Messi, que debe hacerse “una conversación de café en la que se hablase de libros como se habla de fútbol” y “mostrar a la gente que dos personas pueden estar hablando de libros de una forma normal”. Y lo dice en Barcelona. Y en la ciudad de Veracruz no duró mucho un intento parecido. Tiene razón. Quizás a nosotros nos hizo falta ofrecer café.
Para buscar un remedio se necesitan cuarenta socios. “Somos 40 socios que nos juntamos para poder pasar de ser la pequeña librería-papelería Bernat de la Calle Buenos Aires, a poder alquilar el espacio que ocupaba el sex shop de la portería de al lado y así crear lo que hoy conocemos como +Bernat”. Esto lo dicen con orgullo en su página de Internet los exitosos libreros de +Bernat, en su magatzem de cultura.
Y Vila-Matas agrega: “es un momento interesante para luchar por las librerías de barrio o por las librerías independientes en definitiva. Que es algo que se piensa poco”.
En fin, seguiremos con este tema y ustedes pueden leer el artículo de Diego Giménez en http://www.revistadeletras.net/librerías-de-barrio-almacenes-de-cultura y compartir razones en Facebook: www.facebook.com/bernatlibreria o en Twitter: @libreriabernat
Recomendamos leer los artículos de Diego Jiménez en: http://entrefragmentos.wordpress.com
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