Un hogar sin libros, es como un cuerpo sin alma.
Marco Tulio Cicerón
Durante mucho tiempo anhelé visitar la Feria del libro de Guadalajara. Hará unos dos o tres años, estuve a punto de lograrlo: me invitaron a participar en un foro que llevaba el nombre de La mujer rota, y que obviamente giraba alrededor de la novela escrita en 1968 por Simone de Beauvoir. La autora reunió en un libro, tres cuentos: «La mujer rota», «La edad de la discreción» y «Monólogo»: tres relatos con narrativa diferente entre sí. El hilo conductor de la obra es la presencia en ellos, como protagonistas, de tres mujeres víctimas de las relaciones con sus parejas, pero víctimas que, cito: «no siempre son conscientes de su condición de víctimas o que se descubren como tales de un modo inesperado. El amor las conduce a una actitud abnegada que desemboca tarde o temprano en la insatisfacción y en el aislamiento». Si bien nuestro mundo actual ha cambiado, la situación de la mujer en nuestra sociedad, en muchas otras sociedades, permanece similar o aún peor a lo descrito por esta escritora y filósofa francesa, compañera de vida de Jean Paul Sartre.
Pero en aquella ocasión algo inesperado surgió y tuve que disculparme, aun teniendo lista mi presentación… me consolé diciendo: ya habrá una próxima oportunidad. Y la próxima ocasión llegó finalmente. Ahora, como una invitación que me enviara mi amiga, la poeta y escritora Tere Irazábal, para participar en una sección muy, pero muy especial de la FIL… la sección se llama FIL-Abuelos… ni mandada a hacer para presentar mis Cartas para Aimara.
Llegamos al Centro de Exposiciones (Expo Guadalajara) al caer la tarde. Un mes antes habíamos estado en la Reunión Anual de Endocrinología y me pareció que el edificio era demasiado grande; ahora al ver la gran afluencia de visitantes, pensé que en realidad el sitio era muy pequeño para todo lo que en él se albergaba.
En realidad se considera que la Feria Internacional del Libro de Guadalajara es la reunión editorial más importante de Iberoamérica; un asombroso festival de cultura. Nació hace justo 25 años y desde entonces, año con año, se robustece y crece bajo el patrocinio de la Universidad de Guadalajara. Alguien dijo de ella: «Es una feria para profesionales en donde el público es bienvenido, lo que la distingue del resto de las principales ferias que se realizan en el mundo». Difiero un poco: creo que todos los que asistimos a ella creímos o sentimos que fue hecha para todos y cada uno de nosotros y en ese «nosotros», incluyo a los niños, a los adolescentes, al público en general… y desde hace trece años, a los abuelos. Quienes la concibieron, sin descuidar su finalidad como un encuentro de negocios, la forjaron como un festival cultural en el que la literatura es la columna vertebral. Año con año presentan un programa con la participación de escritores de todos los continentes y de muy variadas lenguas, así como un espacio para la discusión académica de los grandes temas que se viven en ese presente. Este año la feria se dedicó a Alemania, y autores como Herta Müller, novelista, poeta y ensayista rumano-alemana, galardonada con el Premio Nobel de Literatura de 2009, además de presentar su último libro El rey se inclina y mata, participó junto con Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de literatura 2010, en una interesante mesa de discusión en donde los temas de totalitarismo, represión y genocidio, desafortunadamente presentes en nuestros días, mostraron la importancia que, si bien ignoramos, se mantiene vigente… en pleno siglo XXI.
Volvamos a la FIL. Era viernes… el séptimo día de la feria y habían programado «venta nocturna». El público escuchaba las presentaciones de sus autores preferidos y la industria de los libros convirtió a Guadalajara en su corazón. Era una ciudad viva llena de música, de arte, de cine y de teatro. A pesar de que la tarde se consumía rápidamente, los invitados seguían llegando: camiones y camiones de pasajeros llevaban o recogían a niños y a jóvenes asistentes: alumnos de primaria, secundaria y preparatoria, no sólo de la ciudad, sino de todo el estado: se vivía en realidad un ambiente de feria… de fiesta popular.
En un módulo de información se nos dijo que la presentación de Los días del arcoiris, de Esteban Antonio Skármeta Vranicic, que el mundo conoce como Antonio Skármeta, estaba por iniciar. Sin perder tiempo nos dirigimos hacia allá. Skármeta, nacido en el hermano país de Chile, a finales de 1940, es descendiente de croatas. Intelectual de izquierda, Skármeta fue miembro del Movimiento de Acción Popular y Unitaria. Después del golpe militar de Pinochet el escritor se ve forzado a salir del país. La primera morada fue Argentina, donde publicó su tercer libro de relatos: Tiro libre (1974). Luego partió rumbo a Alemania Occidental, donde recibió en 1975 la beca del Programa de las Artes de la Academia Alemana de Intercambio Académico, gracias a ella pudo escribir su primera novela Soñé que la nieve ardía. Y fue en Alemania donde construyó la historia de Il postino o «El cartero de Neruda», libro actualmente publicado en 30 lenguas.
Antonio Skármeta, en un salón lleno a su máxima capacidad capturó a su público: habló, declamó, cantó y silbó… nos hizo reír, y también estremecernos cuando presentó un video filmado durante la brutal represión de Pinochet (como brutales son todas las represiones), y la inteligente manera que el pueblo oprimido inventó para sacudirse el yugo, sin derramar sangre… ya mucha había derramado el opresor. Creo que Los días del arcoiris robarán en los siguientes días mi escaso tiempo libre: ya que desde el título atrapa al lector.
Al terminar esta presentación, la FIL le rindió un merecido homenaje póstumo a Miguel Ángel Granados Chapa, fallecido el domingo 16 de octubre. El público abarrotó el salón destinado a este homenaje. Fue menester, primero, quitar las paredes laterales del salón, luego, las posteriores, finalmente agregar sillas y más sillas, hasta saturar el lobby, amén de colocar enormes pantallas para permitir la visibilidad a todos los presentes.
Reciente su deceso, en la columna Eje Central, pudimos leer: «La vida le alcanzó todavía para despedirse de los lectores de su columna Plaza Pública, que aparecía actualmente en el diario Reforma, aunque había tenido durante 34 años distintas encarnaciones en diarios diversos. Su trabajo en los medios más influyentes del debate político (entre ellos el ya mencionado Reforma, el diario La Jornada y la revista semanal Proceso) lo convirtieron en una voz autorizada, cuya credibilidad nunca era puesta en duda».
Granados Chapa ejerció más de cuatro décadas el periodismo como un hombre de izquierda, recto y ético, ya que en su faena como analista político estuvo siempre dispuesto a señalar tanto los defectos de la izquierda como los aciertos de la derecha. Entre las muchas lecciones que nos legó, hay una que vale recordar: «Nunca las libertades pueden ser concesión graciosa de los gobernantes ni el que estén en la letra de la ley, es garantía de que serán respetadas. Siempre y en todas partes, el mejor camino para ganar libertades es ejercerlas con inteligencia, sí, pero corriendo todos los riesgos necesarios.» Y así, de forma discreta, como discreto fuera él, se despidió sin que casi nadie lo notase: con el último golpe de una tecla y en su querida columna Plaza Pública, escrita día a día: «Esta es la última vez en que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós».
El presidium estuvo integrado por grandes personalidades del mundo intelectual: sólo por mencionar, al Rector de la UNAM, el de la Universidad de Guadalajara, el Presidente de la FIL y algunos periodistas de renombre nacional e internacional ¿Saben ustedes quién recibió la mayor ovación de todos? Nada más ni nada menos que Carmen Aristegui… Estoy convencida que muchos medios de comunicación sólo brindan programas de ínfima calidad a quienes los leen, escuchan o ven en la pantalla chica, pero la ovación que recibió Aristegui esa noche de un público puesto de pie, expresó cuántos amantes existen del buen periodismo y de la información valiente, oportuna y veraz… Cuando salimos de la venta nocturna, cargados de tesoros de papel, había anochecido. Hacía frío, sin embargo el bullicio alegre de las calles adyacentes, nos recordaba que aún fuera del edificio, la feria continuaba...
2 comentarios:
Felicidades Alicia por tu logro de asistir y participar en la FIL. Por seis años consecutivos tuve la oportunidad de asistir es admirable este tipo de ferias culturales que deberíamos realizar en cada estado de este gran país.
Escribes muy bien. Enhorabuena.
Y felicito a Jaime Velazquez por la creación de este blog cultural, poético, literario en el participamos y disfrutamos
libremente. Que maravilla. Gracias Jaime
Los quiero
Verónica Parra Parada
Alicia, un gusto leerte, más aun, contarme entre los lectores de Jaime.
Me declaro eguidora asídua
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