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sábado, 15 de octubre de 2011

VINDICACIÓN...

Segunda parte*
El advenimiento de los grabadores periodísticos en el siglo XIX y XX permitió el surgimiento de periódicos y revistas que comenzaron a asimilar todas las influencias y pergeñaron el concepto de la "Calavera" como un epigrama cuyo contenido satiriza a un personaje cuyas acciones permiten la burla. Puede ser un político, un artista, un empresario, un miembro de la Iglesia, un ciudadano que se desempeñe en cualquier actividad, pero que sea lo suficientemente conocido en el medio social como para que pueda ser reconocido.
     En esas páginas, que acompañan los epigramas con ilustraciones acordes al tema, deben respetarse algunas reglas literarias. Debe haber rima, asonante o consonante; de preferencia deben ser versos octosílabos, y lo más elegante es que el epigrama conste de dos a cuatro versos, aunque, si el personje lo amerita, puede haber poemas mucho más largos. Cada uno debe estar identificado con su nombre y se permite la visión lúdica a todos niveles: la "Calavera" puede contener un juego de palabras con el nombre del personaje, puede hacer alusión a su trabajo (bien o mal realizado), puede hablar de sus amantes o de la falta de ellos, de su familia, de sus amistades, de su pasado, de su presente, de su probable futuro. Puede además ser difamatoria:es un juego de espejos en el que todo está permitido porque es entendido como tal y su alcance termina en el poema mismo. Como en el Carnaval, poderosos y oprimidos, ricos y pobres, creyentes y ateos, hombres y mujeres, se mezclan y confunden en un gran baile de máscaras donde nada se prohibe.
     Por una vez cada año, la voz crítica arrasa, como la Muerte, a todos por igual. Nadie está a salvo excepto los muertos: una regla no escrita de las "Calaveras" impide que se hagan versos sobre aquellos que ya han partido, en la realidad, hacia la tumba. Una segunda regla, más flexible, indica que, de preferencia y a menos que se trate de una dama detestable, las mujeres deben ser tratadas con galantería, por ello abundan las "Calaveras" donde casi todas ellas son mostradas como divinas flores panteoneras, aunque se deja caer, aquí y allá, una disfrazada y lúbrica mordacidad.

                                        La primera parte se publicó ayer y se encuentra aquí mismo, abajo.
                                                                                                 La tercera parte, sigue mañana.

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